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Gafas de cerca
Tengo un amigo vasco que sólo sabe decir en euskera las expresiones de afecto, saludo o fiesta. No es sarcasmo; en muchos casos es así, sobre todo si es urbanita y no se tiene edad de haber ido a una ikastola. Mi amigo, sin decirlo, es peneuvista, de un partido católico y de derechas (aunque hace poco, en estas páginas, Luis Sánchez-Moliní proponía al PNV como partido “progresista”, de forma sugestiva y argumentada: Claro que el PNV esprogresista). Aunque vive a océanos de Euskal Herria, hace gala de esa humildad vividora, generosa y confiable que en general caracteriza a los vascos. No hablamos de los gudaris del amonal o la Parabellum. Asesinos antes que patriotas, su nobleza consistía en matar. (¿Cuánta riqueza aseguró el plomo?)
Mi amigo, aun teniendo alma sabinista, no traga a Aitor Esteban Bravo, portavoz del Grupo Vasco en el Parlamento. Yo creo que no lo ve muy vasco, o no del todo, no ya por sus apellidos, que medio arregla el nombre de pila, como pasa mucho con los jugadores del Athletic. Hará un par de meses, cuando Puigdemont no era tan jefazo, y al hilo del “pasito palante” del renovado Sánchez con la oficialización de las hablas del Estado en Cortes españolas, Aitor Esteban se estiró un rato en vascuence –por no reiterar vasco–, y aunque yo no tengo conocimiento para eso, me sabe que el batua o unificado y oficial es el que habla Aitor. Nombre que, por cierto, significa “de buena familia”. Del PNV, vaya. En la investidura del jueves, más campechano que un emérito, Esteban llamaba “Alberto” a Feijóo. Sin hacer sangre, cordial, sin perder la cercanía, no sólo por talante vasco, sino por no quemar a un socio que siempre lo fue.
Sucede que va a haber dos regiones de –con Madrid– las tres más ricas del Estado que van a dejar de participar en la “solidaridad interterritorial”, cosa que, según balbucía no muy convencido el lehendakari Urkullu, “igual le vendrá bien a Cataluña”: el privilegio del cupo, el foro y el cheque va a dejar de ser cosa de uno (o dos, País Vasco y Navarra) y también va a ser cosa de catalanes: no duden de que detrás de todo el folclore mítico, el pronunciamiento, el exilio y la amnistía está eso: el dinero. En un juego de suma cero: lo que unos ganan, otros lo pierden. Esperamos la respuesta del barón conservador andaluz, el emergente Moreno, ante este paso atrás fiscal (o sea, antidemocrático). Tenemos casi todo que perder.
Recuerden a María Jesús Montero nada más perder/ganar las elecciones: “Es urgente cambiar el sistema de financiación autonómica”. Ahí lo llevabas...
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