Tiempos modernos

Bernardo Díaz Nosty

El doble cuerpo de los reyes

LA publicación de un libro con opiniones de la Reina consorte, una de las cabezas visibles de la Corona, ha levantado una polémica que ya sobrepasa el tiempo normal de los destilados mediáticos. Más allá de las afirmaciones menos afortunadas, reproducidas, según parece, con escasa exactitud, sorprende saber que en la trastienda palaciega se podría mover una camarilla con un marcado sesgo ideológico.

Para entender el alcance de lo publicado, bastaría preguntar a quienes aplauden por lo expresado, ¿cuál hubiese sido su reacción si lo expuesto tuviese un distinto cariz, concordante con el parecer de sectores más amplios de la sociedad, que acatan aspectos normativos que están en la piel democrática del país, y han sido sancionados y promulgados por el rey?

Viejas doctrinas sobre la naturaleza de los monarcas hablan de su "doble cuerpo". Según esa ficción jurídica, el Rey tiene un cuerpo humano, vulnerable, finito, sujeto de pasiones y miserias, supeditado a otro cuerpo espiritual, inmortal, donde permanece la esencia cristológica de las monarquías europeas de inspiración divina. "¡El Rey ha muerto, viva el Rey…!"

Nuestro Rey no es fruto de la unción divina, cabeza del concierto altar-trono de las monarquías absolutas, sino que es un jefe de Estado constitucional, cuya legitimidad nace de un acto de la soberanía popular. Por discutible que parezca, se trata de un rey democrático. Y es aquí donde, retomando la doctrina del doble cuerpo, nos encontramos que su envoltorio espiritual -el simbólico- es un cuerpo político, democrático. La principal cualidad del monarca es la moderación -"moderar el funcionamiento regular de las instituciones", según la Constitución-, ajena al debate político. Esta neutralidad afecta por igual a quienes encarnan la figura de la Corona, donde se incluye la reina consorte, según señala Marc Carrillo en un reciente artículo.

Sorprende la política de comunicación de La Zarzuela. Los miembros de la Familia Real están, desde hace tiempo, en lo que José Oneto llama las "picadoras de carne" de la telebasura y en otros medios donde forman parte de la farándula nacional. El doble cuerpo se erosiona, la coraza de hierro se desmorona y, finalmente, se descubre un único cuerpo desnudo. La Corona se hace vulnerable, caduca, mortal…

Mal servicio a la Corona el de quienes han instumentalizado el discurso de la Reina muy de cerca, en un libro escrito por una periodista del Opus Dei que ha ocasionado una conmoción en La Zarzuela. El país tiene abiertas sus puertas a la tolerancia y, por ello, cuando se instala el cilicio intelectual en la mirada del narrador, la opinión pública puede terminar por hacer un jaque a la Reina.

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