HACE apenas unas horas he conocido una página de uno de los libros de texto de uno de los cursos de educación para niños de primer curso, en escuelas de Enseñanza Secundaria Obligatoria (ESO) de nuestra comunidad autónoma de Andalucía. No cito la editorial porque los editores, al fin y al cabo, imprimen y distribuyen el material que, previamente, ha sido aprobado y determinado por las autoridades académicas de la Junta de Andalucía. Se trata, en definitiva, de un libro de lengua y literatura, destinado al aprendizaje de estas materias para niños de doce años.

Me he dado cuenta de que, o comienzo a volverme viejo y quisquilloso o bien aquí, en esto de la enseñanza, un puñado de gente ha acabado perdiendo la cabeza.

La página en cuestión me la envían por Facebook. Pertenece a una parte del libro de texto en cuestión, dedicada a "comprensión lectora". Se desarrolla bajo el genérico título de "Qué es un marrón y cómo afrontarlo". La "lección" está dividida en varias partes que comienzan por "definición de marrón", "¿Cómo reconocer un marrón?"…

Lo que estoy relatando es rigurosamente cierto, real, tangible y verdadero. Las varias partes de este mini tratado sobre lo que es un "marrón"; y no se refiere en absoluto a color alguno; están, además, ilustradas con dibujos explicativos que vienen a ocupar, más o menos, un 25% del espacio de impresión.

Hacía tiempo que no había visto un libro de estas características. Mis hijos, acabados los estudios, distan ya en el uso de ese tipo de bibliografía básica. Pero nunca hubiese creído que este "cuento" había cambiado tanto y en tan poco tiempo. Y eso que estamos ¿celebrando? el IV Centenario del fallecimiento de Miguel, perdón, don Miguel de Cervantes Saavedra.

Nuestra lengua, a través de la cual numerosos escritores han alcanzado hitos literarios de enorme importancia mundial y cuyo uso está a punto de convertirla en la primera lengua del mundo, no merece que en su aprendizaje, aquí, en Andalucía, se la "retuerza" con tal saña y rudeza.

Que yo sepa, en lenguaje callejero y vulgar -muy vulgar- la palabra "marrón" se emplea como sinónimo -que no lo es- de "problema", por ejemplo. Se me ocurre consultar el Diccionario Ideológico de la Lengua Española de Julio Casares -el ilustre filólogo granadino que fue secretario de la Real Academia Española- y la acepción "problema" tiene más de cuarenta propuestas de palabras de contenido semántico similar o concurrente. Y ninguna es, naturalmente, "marrón".

¡Muy bien! Conocido todo esto, ya sabemos que a nuestros hijos les van a enseñar a destrozar el lenguaje, con auténtica eficiencia, con verdadera habilidad. Nos quedamos más tranquilos ¿verdad?

Para ese viaje no hubiéramos necesitado alforjas, con dejarlos en las calles y privarlos de la disciplina académica, a lo mejor sufrirían menos y aprenderían más. ¿O no?

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