Balsas de piedra

ANTONIO DAPONTE

El estanque

Europa tiene unos sistemas de bienestar debilitados a causa de las políticas a favor de los beneficios del sistema financiero

En algún momento del invierno, una piedra voló desde la China y cayó en nuestro estanque. Nuestras vidas han cambiado. Como el efecto de una piedra en un estanque, las ondas de esta pandemia se suceden, a día de hoy, sin final. Estamos terminando la primera onda, porque el confinamiento, según los estudios científicos publicados, ha tenido éxito y la curva se ha aplanado. Entramos en esa fase hacia la "nueva normalidad", es decir, acercarnos a nuestra vida anterior sabiendo de la existencia de un monstruo al acecho. Controlar a ese monstruo necesita de nuestro valor y de nuestra responsabilidad individual y colectiva. Del uso de la ciencia, de la inteligencia social y de la solidez de nuestras instituciones. Y un gran sentido de colectividad, de solidaridad, de pueblo.

En el poco tiempo que lo conocemos, pareciera que de este monstruo se vislumbran tres cabezas. La primera, ya conocida, es su enorme impacto sanitario. Controlar los brotes y las próximas ondas epidémicas conllevará numerosos procedimientos sanitarios que deberán implantarse en las próximas semanas, entre ellos, dotarnos de suficientes rastreadores bien formados, los famosos test, colocar a la atención primaria como centro del sistema sanitario y articular un sistema de vigilancia epidemiológica a la altura del reto.

La segunda cabeza que asoma es la crisis económica, que trae consigo una enorme crisis social que incrementará la desigualdad y podría multiplicar el impacto sanitario del virus. El modelo neoliberal opera en automático, produciendo grandes beneficios para una minoría privilegiada, desigualdad social para la mayoría y la destrucción ambiental del planeta. Es la tríada que nos ha traído a la crisis climática y a este virus. Hoy los europeos tenemos unos sistemas de bienestar debilitados e insuficientes para el mundo del siglo XXI, a causa de esas políticas incondicionales a favor de los beneficios del sistema financiero. Europa deviene mazmorra. Quizás tengamos que galopar, como propuso Alberti.

Y la tercera cabeza que asoma es el agotamiento de la vía centralista en la gestión de la pandemia. Necesitamos un modelo de gestión institucional cooperativa entre los diferentes niveles territoriales. Es urgente liberar las energías de ayuntamientos y CC.AA.; aprovechar el talento de las instituciones académicas; identificar activos; y una agenda social para desplegar las capacidades del tejido social y asociativo de este país.

Nos toca navegar el estanque, controlar al monstruo, galopar.

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