La Rayuela

Lola Quero

lolaquero@granadahoy.com

La folletaíca de las tapas

La ciudad no necesita gastar dinero en promocionar la tapa gratis, pero tampoco renegar de una palabra tan maravillosa

Hablar de tapas en Granada es pisar un charco descomunal. La tapa es el segundo apellido, después de Alhambra, que tiene esta tierra para millones de personas de cualquier rincón de España y hasta en el extranjero. Es un reclamo. Pero a la vez es el enemigo para buena parte de la hostelería, porque consideran que les resta clientela de mesa y mantel.

El alcalde de la ciudad, Francisco Cuenca, se ha metido en el lío de lanzar un jamás de esos categóricos: "No vamos a promocionar más la tapa gratis. Nunca más". Esto lo dijo en la final del concurso de tapas por excelencia de la ciudad, con catorce ediciones ya celebradas. Lo que pasa es que este año se le ha cambiado el nombre para evitar nombrar la palabra maldita, que en realidad es la quintaesencia del certamen.

Ahora el concurso se llama Saborea sin prisa Granada, un nombre atractivo y evocador, pero que excluye la palabra clave: tapas. Quizás por eso en los discursos hubo líos y cada cual lo decía a su manera. Al escuchar al alcalde y su empeño en mostrarse taxativo, pudimos constatar que el cambio no era casual. Defendía que las tapas hay que pagarlas porque son alta gastronomía, como se había demostrado en el concurso. Y es cierto. Pude constatar como miembro debutante del jurado la calidad de las elaboraciones, que dejaron sorprendido a Agustín Cueto de Coz, Guti, propietario de un restaurante de Asturias y habitual evaluador en concursos gastronómicos. Sus puntuaciones fueron muy generosas y luego explicó que se iba de Granada con la idea de que no éramos conscientes del enorme nivel de lo que había en nuestra gastronomía.

Por eso el alcalde y muchos hosteleros no quieren regalar ese tesoro con el vino o la cerveza. Pero la polémica estaba servida y las redes ardían a los pocos minutos. Cuenca tuvo que salir al paso en Twitter: "Vaya folletaíca con lo de las tapas. ¡Cómo vamos a prohibirlas". Pero ya se había metido de lleno en el barro y esta ciudad no entiende de folletás cuando hay una buena trifulca.

Hay muchos que piensan que Granada no puede vivir sin la tapa gratis porque hay diversos tipos de público y establecimientos; y que en cada caso se demanda algo distinto. Yo no diré cuál es mi preferencia particular en los bares, porque entonces sí que me meto en el charco gordo, el de hacerme mayor o parecerlo. Creo que es una cuestión de edad, de circunstancias personales y hasta del día del año, el que prefiramos un tapón o un bocado maravilloso por el que estamos dispuestos a pagar lo que merece. Entiendo que el alcalde no pretende abolir las tapas por decreto y que el asunto es que la ciudad no necesita gastar fondos para hacer más promoción de lo primero y sí de lo segundo. Pero tampoco podemos renegar de la palabra tapa, un concepto maravilloso, que nos define y nos encanta. ¡Viva la tapa!

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