La Rayuela

Lola Quero

lolaquero@granadahoy.com

De harakiris también sabe el PP de Granada

El partido lleva más de un lustro malo, entre el fuego amigo y las directrices de Génova, ¿a través de Casero?

La semana comenzaba con tensión en el PP de Granada. -Ni se imaginaban cómo acabaría-. Saltaba la noticia sobre un informe de la Fiscalía que aprecia un posible delito de malversación de caudales por parte de la alcaldesa de Motril, Luisa García Chamorro, por utilizar 4.600 euros de los fondos del grupo del PP en el Ayuntamiento para pagar una multa judicial a la que fue condenada cuando era vicepresidenta de la Diputación Provincial. Todo el mundo dentro del partido y mucha gente de fuera sabía que este asunto no llega hasta ahí por casualidad y que, una vez más, el fuego amigo tiene consecuencias.

La semana termina con el PP nacional hecho trizas por la guerra abierta entre la dirección de Pablo Casado y la presidenta de Madrid, Díaz Ayuso. Ni el cremagate de Cifuentes (la filtración del vídeo de la expresidenta de Madrid robando cremas en una tienda), ni siquiera la Operación Kitchen (estrategia para borrar pruebas del extesorero Bárcenas), han provocado un terremoto político en el PP como el del espionaje a Ayuso y las sospechas sobre las comisiones de su hermano con el contrato de las mascarillas.

Todas estas operaciones encubiertas de las guerras internas de los partidos y su inevitable explosión pública tarde o temprano tienen algo en común y es que ninguna de las partes suele salir bien parada. De eso, salvando las distancias, saben mucho en el PP de Granada. Algunos porque tienen memoria, otros porque lo están viviendo ahora mismo en sus carnes y muchos más porque tienen miedo a quedarse sin partido, asistían atónitos estos días al suicidio político en directo de sus dirigentes nacionales.

Hace menos de una década este partido ejercía un dominio hegemónico en las instituciones de esta provincia y gobernaba con sobrada mayoría en la capital. Hoy sus referencias de poder son escasas. Entre medias, todo tipo de luchas internas, conspiraciones y fuego amigo. Motril es casi la única plaza importante que mantiene el partido. Pero tampoco hay paz ahí, como ha quedado demostrado en estos últimos meses.

¿Cómo ha llegado García Chamorro, la principal baza de poder del PP en Granada, a estar de nuevo a un paso del juzgado? Es la oposición la que da el paso formal de denunciar en la Fiscalía, pero los papeles son muy internos: anónimos, fotocopias de extractos bancarios de la cuenta del PP, cartas de advertencia a algunos dirigentes del partido (quizás para que no pudieran decir que no lo sabían)… La cosa pinta más al clásico de los enemigos íntimos y es sabido que Luisa los tiene desde hace muchos años, aunque ahora no estén mal colocados. Un cremagate local en toda regla. Ya veremos si también es un harakiri. Algunos dicen que García Chamorro no es una mujer de trato amable o que en política siempre hay gente descontenta y que estas cosas pasan, pero a nadie se le escapa que hace falta mucho más que falta de feeling para que circulen anónimos con fotos de las cuentas bancarias a pocos días de un congreso local donde iba a ser nombrada presidenta del partido.

Pero Motril es también parte de un tablero mayor. Las batallas internas a gran escala también se libran a través de los peones locales. Y a veces incluso requieren el sacrificio de sillones de poder. Si no, que se lo digan a los concejales del PP de la capital. No hace ni un año que acataron el suicidio político por orden de quienes ahora están en la picota de Génova. En realidad fue más una operación chapuza que llevó al PP a perder el gobierno de la ciudad; y no es de extrañar, si es cierto que en aquellos momentos uno de los que influyó en las decisiones adoptadas en Granada fue Alberto Casero, un señor que ha demostrado ahora poca habilidad para decidir entre el sí o el no. Sí, el mismo, el que se equivocó al votar la Reforma Laboral. La fontanería de este partido en Génova no ha estado muy acertada en Granada desde las mismas elecciones municipales de 2019.

Pero no podemos caer en la tentación de mirar a Madrid para encontrar culpables de todo lo malo que le ha pasado al PP de Granada en los últimos años. Hubo un tiempo en el que las decisiones se tomaban aquí. Pero también hubo una enorme guerra interna, entre el presidente provincial Sebastián Pérez y el aclamado (por los votantes) alcalde de la ciudad, José Torres Hurtado. Esa historia es ya muy sabida, pero conviene recordar que ninguno de los dos salió bien parado ni hoy está en el partido.

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