Hay gente que merece ser reconocida. Ciudadanos anónimos silentes que nos recuerdan que no todos los héroes llevan capa. Nuestro protagonista, en concreto, ha sustituido la misma por un chándal con el que desafía las bajas temperaturas y se lanza, junto a sus dos perros, a la aventura del running por la misma Gran Vía de la capital. No le importa el frío, ni el tráfico; demostrando que el deporte, como cualquier otra afición, late con fuerza en el corazón de sus practicantes al margen de toda lógica racional. A eso se le llama pasión.
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