LA primera sesión de investidura de la Presidencia de la Junta de Andalucía concluyó ayer, tras el debate entre la candidata y los portavoces de los distintos grupos parlamentarios, con el resultado previsto: la mayoría de la Cámara (62 diputados) rechazó la investidura de Susana Díaz, que logró sólo el apoyo de los 47 diputados socialistas. A los numerosos compromisos contraídos por la presidenta en funciones y sus guiños dirigidos a satisfacer las exigencias de los cuatro grupos de la oposición replicaron éstos con el argumento de la falta de credibilidad del PSOE y de la aspirante tras su largo ejercicio del poder en la comunidad autónoma. Ninguno de ellos concedió solvencia a sus promesas de impulsar medidas concretas contra la corrupción y por la regeneración democrática, la rebaja de impuestos, el incremento del gasto social, la lucha contra los desahucios y la reducción del número de altos cargos y asesores del Gobierno regional. La previsión estatutaria de que cuando no existe mayoría absoluta en la primera votación, como ha sido el caso, se celebren votaciones sucesivas durante un plazo máximo de dos meses, implica la convocatoria dentro de 48 horas de una nueva sesión plenaria, en la que los grupos pueden decidir un cambio en el sentido de su voto. En realidad, el pleno se celebrará el viernes por la mañana. Hay dos días, pues, para que algunos de los grupos que ayer se negaron a respaldar la investidura de Díaz pueda, en base a negociaciones o a un proceso de reflexión, reconsiderar su posición. Si lo hicieran Podemos y Ciudadanos (nada hace pensar que lo hagan PP o IU) y se abstuvieran en la segunda votación, Susana Díaz sería elegida presidenta porque contaría con más votos a favor de la Cámara que en contra, un requisito menos drástico que el exigido en la primera sesión. Si se repiten los posicionamientos explicitados ayer, la investidura no se materializaría, abriéndose la vía de otras sesiones plenarias en plena campaña electoral y, si se reitera el fracaso, a la convocatoria obligada de nuevas elecciones autonómicas. La situación real apunta a que Ciudadanos podría abstenerse el viernes, lo que resultaría insuficiente si Podemos mantiene su voto negativo, como sugirió la intervención ayer de su portavoz, Teresa Rodríguez. En esta tesitura cobra más fuerza el argumento esgrimido ayer por la candidata Susana Díaz: no se dan las condiciones objetivas para que se configure en el Parlamento una mayoría más numerosa que la encabezada por ella misma. La hipótesis de que los representantes del pueblo andaluz permitan gobernar a la fuerza política más votada y ejerzan un estricto control sobre ella parece la más viable y la que mejor refleja, de todas las posibles, la voluntad de los andaluces.

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