La Junta desafina en Granada

22 de agosto 2025 - 03:11

Hay silencios que suenan a desprecio, como el que protagoniza la Junta de Andalucía para con Granada. Y es que, en lugar de ejercer una política cultural equilibrada y respetuosa con el valor simbólico y real de cada territorio, Juanma ha optado por una partitura desigual en la que Sevilla y Málaga tocan en primera fila mientras Granada escucha desde el gallinero.

El caso más sangrante es el de la Orquesta Ciudad de Granada (OCG), víctima de una discriminación presupuestaria tan clamorosa como persistente. ¿Por qué recibe menos apoyo económico que las orquestas de Málaga o Sevilla? ¿Acaso el talento musical en Granada es de segunda categoría? ¿O es simplemente que la Junta prefiere invertir donde le resulta políticamente más rentable? Mientras la OCG pelea cada año por sobrevivir, las otras orquestas crecen, se consolidan y lucen.

La orquesta no está sola en este olvido institucional. La cesión de la parcela destinada al Palacio de la Ópera para la construcción de dependencias judiciales es un gesto simbólicamente devastador. Allí donde Granada soñaba con levantar un emblema cultural, la Junta impone un edificio administrativo. Es la metáfora perfecta: donde podría haber música, futuro y vocación internacional, habrá pasillos grises, archivadores y burocracia. No es que la justicia no importe, es que no tiene sentido que los espacios reservados para la cultura se arrebaten sin un proyecto alternativo, sin debate, sin compensación.

Y si todavía quedaba alguna duda sobre la tibieza de la Junta con Granada, basta mirar su “apoyo” a la candidatura de la ciudad como Capital Europea de la Cultura. Un apoyo tan frío y ambiguo como compartido: también lo da a Jerez. ¿Qué otro territorio ha visto cómo su candidatura cultural se relativiza de esta manera? ¿Qué mensaje lanza la Junta al dividir su compromiso entre dos ciudades en lugar de apostar con firmeza por una? Granada, que debería contar con un respaldo inequívoco por su potencial artístico, patrimonial y universitario, recibe palmaditas, pero no impulso real.

Granada no pide privilegios. Pide justicia. Pide que su música suene con la misma intensidad con la que se apoya a otras ciudades. Pide que sus proyectos culturales no sean recortados, ignorados o directamente reemplazados por oficinas judiciales. Pide una Junta que sepa que la cultura no se mide solo en presupuestos, sino en respeto. Y en eso, lamentablemente, Granada lleva años perdiendo.

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