Un Machado no tan bueno

28 de julio 2025 - 03:11

Como lo normal en 1687 era anclar a la mujer más a la cocina que a la biblioteca, el teólogo francés Fénelon, en su obra La educación de las niñas, pudo decir que “las mujeres no deben gobernar el Estado ni hacer la guerra ni entrar en el ministerio de las cosas sagradas; pueden, por consiguiente, excusarse de ciertos conocimientos extensos que se relacionan con la política, el arte militar, la jurisprudencia, la filosofía y la teología”. Dos siglos y medio después, Antonio Machado tuvo que recurrir a sus apócrifos, Juan de Mairena o Abel Martín, para permitirse ciertos desplantes, parodias, juicios heterodoxos e, incluso, ‘boutades’. Pero el apócrifo machadiano no es solo la máscara de la extravagancia o la disidencia, asimismo pretende que el personaje público que el poeta sube al escenario, y que es la imagen que le gustaría que se tuviese de él, no se vea contaminado por sus ideas disruptivas. Debajo de Machado el bueno, están, como en todos nosotros, los sentimientos violentos, miserables, torpes que complementan a los solidarios, desprendidos y heroicos, que también lo habitan. Nos horrorizamos ante el genocidio gazatí, e, impotentes, lo denunciamos, pero no solo nos turba esta crueldad indecible, también –aunque lo callemos– la duda de si, en una situación semejante, ejerceríamos de verdugos. Gracias a los apócrifos, el poeta disimuló sus opiniones menos ‘correctas’, las que podían dañar su cincelada imagen pública. A propósito de la concesión del voto a las mujeres, se atrevió a escribir, atribuyéndoselo a su álter ego Juan de Mairena: “Si unos cuantos viragos del sufragismo, que no faltan en ningún país, consiguiesen en España de la frivolidad masculina la concesión del voto a la mujer, las mujeres propiamente dichas votarían contra el voto; quiero decir que enterrarían en las urnas el régimen político que, imprudentemente, les concedió un derecho a que ellas no aspiraban”. Hoy, para escribir de ciertos asuntos, Machado se habría tenido que refugiar en un heterónimo. Porque si se hubiera preguntado sin máscaras por qué hay mujeres que sustentan a la Iglesia Católica y a Sánchez, a sabiendas de que ambos las utilizan, diciendo adorarlas, o por qué las hay que votan a partidos que quieren encerrarlas en casa y limitar sus derechos, al bueno de don Antonio, unos y otros, me lo bajan de su peana.

stats