Un masái en la Huerta de San Vicente

Lo más probable es que Federico dejaría que viviera allí teniendo en cuenta su predilección por otras razas que no fuera la suya

En un recodo de mi memoria está esa escena cinematográfica en la que un masái pide a Tarzán que le ayude a cazar un león, para así ser tratado como un adulto dentro de la comunidad.

-Pero león correr mucho -dice Tarzán-.

-Pero yo correr más -le contesta el masái-.

Los masáis viven en Kenia meridional y en Tanzania septentrional. Dice la Wikipedia que hablan una lengua nilótica oriental, si bien muchos de ellos son capaces de expresarse correctamente en suajil e inglés. Actualmente la mayoría son pastores nómadas y guerreros. Son esos negros altos y muy delgados que con una lanza en la mano se ven en las películas saltar mucho cuando están en plena celebración de algún festejo. El masái que más alto salta consigue la mujer más barata cuando se decide tomar esposa. Pues bien, uno de estos masáis lleva unos meses viviendo en un chozo que se ha hecho en la Huerta de San Vicente, donde está la casa-museo del poeta. Los muchos paseantes por el parque que lo han visto dicen que es una persona callada, que va siempre descalzo y que en estos días de cuarenta y tantos grados lleva, además de su impertérrita lanza, una manta encima, seguramente porque para ellos este calor es como una ligera brisa que corre por el caldeado ambiente. No sé lo que pensaría Federico García Lorca al ver en sus posesiones veraniegas a tan exótico okupa, lo más probable es que dejaría que viviera allí, en su finca, teniendo en cuenta la predilección que el poeta tenía por otras razas que no fuera la suya. "Odian la flecha sin cuerpo/el pañuelo exacto de la despedida/la aguja que mantiene presión y rosa/en el gramíneo rubor de la sonrisa", dice Lorca en su poema Los negros.

Se ha hecho normal la presencia de subsaharianos en nuestra tierra, donde sobreviven vendiendo d iscos, telas y abalorios, pero no es normal ver a un masái. Nadie sabe cómo ha llegado hasta la Huerta de San Vicente. El Ayuntamiento aún no ha intervenido y creo que ni le preocupa el tema. Tal vez porque la respuesta del okupa podría ser la misma que la que obtuvo Tarzán: masái correr más.

Aunque si bien casi nadie sabe qué hace un masái en el Parque García Lorca, sí se sabe lo que hacen dos masáis en Granada: ocho. Perdonen el chiste, pero es que el tema me lo ha puesto a huevo.

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