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José Antonio / Montilla

El metro

EL metro de Granada ya se toca con la punta de los dedos. Cuando se pasea por la ciudad y se ven las flamantes paradas imaginamos un futuro cercano en el que se pueda ir de Albolote a Armilla, cruzando Granada, en un transporte público regular, puntual y ecológico. Atrás quedan años de zozobra en los que parecía la obra interminable entre el absurdo empeño municipal de soterrarlo por Camino de Ronda y la crisis económica. Si se hubiera querido ser razonable ya podría estar recorriendo el sur de la ciudad en superficie en lugar del montón de autobuses que ahora van a poner para intentar paliar el desastre de la LAC, con un coste muy inferior al que resultará al final y con bastante menos destrozo en la actividad comercial del Camino de Ronda. Pero ya no tiene sentido mirar al pasado sino que toca plantear el futuro.

Hay quien sostiene que el metro es una obra muy cara que Granada no necesita. Es cierto que estamos ante una gran inversión, cuya amortización requiere muchos años. Pero es que el metro es para siempre; está llamado a cambiar la forma de desplazarse en una ciudad metropolitana cuyo peor defecto, a juicio de cualquier visitante, es su tráfico infernal. El metro es la gran oportunidad para cambiar la enraizada cultura del coche por la del transporte público. Para ello es necesario, lógicamente, que los autobuses urbanos y metropolitanos se articulen en torno a ese gran eje. En cualquier caso, a quien crea que no es necesario le recomiendo que se pasee por el Parque Tecnológico de la Salud e imagine el momento que estén a pleno funcionamiento las diversas facultades, los servicios generales de la Universidad, el hospital, las numerosas empresas y el parque comercial Nevada. Sin metro sólo puedo imaginar un permanente caos de tráfico en la Granada del siglo XXI, que radica allí.

El metro de Granada es, en definitiva, una buena oportunidad para mejorar la interconexión en toda el área metropolitana y, con ello, la calidad de vida de sus habitantes. Granada sólo se entiende como ciudad metropolitana pero ese concepto necesita ser plasmado en hechos y la adecuada comunicación a través del transporte público es el más explícito. En ese sentido, habría que empezar a pensar en la ampliación de sus ramales a Atarfe, Pinos Puente, Santa Fe-Aeropuerto, Ogíjares o La Zubia. No son tiempos para grandes inversiones en infraestructuras pero sí para plantear ideas y elaborar proyectos, económicamente cuantificados, que se podrán ejecutar de forma paulatina a medida que la crisis económica nos dé un respiro.

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