Alto y claro

josé Antonio / carrizosa

De miedo

SE supone que han nacido para reventar un sistema caduco y podrido por la corrupción y crear sobre sus restos, mediante un apoyo en las urnas que fuera capaz de condicionar el Gobierno, una sociedad más justa y honrada. Pero no lo logran porque producen miedo. No se me ocurre mayor fracaso para una fuerza política. Podemos anda estos días de reflexión tras su fiasco en las elecciones de hace un par de semanas y ha concluido que se ha quedado lejos de alcanzar sus objetivos porque asusta a esa gente que quiere salvar. Lo que tendrían que hacer es preguntarse por las razones por las que producen esa inquietud y cómo es tan fácil que sus rivales políticos utilicen y manipulen esa sensación para dejarlos fuera de circulación. El problema lo tiene Podemos, no lo tienen las otras fuerzas políticas ni los medios de comunicación ni, por supuesto, la gente.

Podemos produce miedo porque por más que intenten travestirse o colgarse etiquetas que no le corresponden no puede ocultar que es una fuerza antisistema y la inmensa mayoría de la ciudadanía lo que quiere es solucionar los problemas del sistema, no cargárselo y sustituirlo por algo que no se sabe lo que es, pero que está anclado en el comunismo que yace hace décadas en el basurero de la historia -quién se lo iba a decir a Trotski cuando pronunció la frase- o en el chavismo que ha condenado a Venezuela a ser uno de los países más patéticos del mundo. En un país donde, a pesar de la crisis y la corrupción, todavía hay memoria de lo que se ha construido durante los últimos treinta y tantos años sería muy difícil que el discurso extremista calara más allá de minorías muy radicalizadas o de jóvenes que están empezando a enfrentarse a una sociedad que no los recibe precisamente con los brazos abiertos.

Pero, además, ya se les ha visto actuar. Cuando Pablo Iglesias se presentó a las elecciones europeas e incluso cuando encabezó la candidatura de su partido en las generales de diciembre la percepción que había de él era la de un joven profesor universitario con una enorme capacidad de comunicación y que en un país asolado por la crisis decía lo que mucha gente quería oír. Pero el tiempo pone al final a cada uno en su sitio y ya ha habido tiempo pare ver cómo el propio Iglesias actuó en las negociaciones para formar el frustrado Gobierno de Pedro Sánchez, el nivel que da el partido en el Parlamento de Andalucía o cómo se las gastan Manuela Carmena en Madrid o José María González en Cádiz. De dar miedo.

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