Tanto se ha escrito del poeta granadino que ya no sabe uno qué es verdad y qué es mentira. Una buena manera de (re)descubrir al mito es leer la biografía de Federico que Carlos Edmundo de Ory escribió en París hace más de medio siglo. "Abordó a Federico de poeta a poeta, conociendo muy bien las circunstancias históricas y personales, pero sin querer naufragar en ellas de una manera anecdótica", explica Ana Sofía Pérez-Bustamante, autora del completísimo estudio preliminar de la nueva edición. El autor gaditano descubre a los lectores a un poeta expresionista, visionario, espiritual... Y humano, con sus claroscuros. Por eso, el máximo representante del postismo señala los "numerosos calcos demasiados literales" en poemas de Lorca y en los de Salvador Rueda. Ory no pone en duda "la calidad de los versos lorquianos", pero sí afirma que el dramaturgo "plagió" al malagueño. No hay que escandalizarse. Los escritores no son dioses a los que las musas tocan a su puerta, son personas de carne y hueso. Que leen a otros autores y se dejan inspirar por ellos hasta límites insospechables. Nadie es intocable o sagrado, amigos. Ni siquiera Lorca.

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