A nadie traicioné

Sebastián es una personalidad controvertidad que levanta grandes pasiones y suscita grandes desprecios

Me lo dijo el otro día, que muy posiblemente sería el último en que me hablase como presidente provincial del PP. Sí, se trataba de Sebastián Pérez Ortiz, quien ha sido y es mi amigo desde hace cerca de treinta años o quizá algo más. No el presidente del PP, me refiero a Sebastián, solamente a Sebastián.

Con su modo de ser y de hacer las cosas he estado de acuerdo muchas veces y seguramente casi otras tantas no las he compartido, nunca se lo he ocultado y no ha pasado absolutamente nada. Sebastián ha sido, es y será, por vocación y dedicación, una personalidad controvertida que, al desenvolverse en el mundo de la política, levanta grandes pasiones y suscita grandes desprecios. Lo que está claro es que no pasa desapercibido, nunca ha sido una persona gris, anodina, ni aburrida, muy al contrario. Pero, no se pierda de vista, frente a los generosos, los ambiciosos suelen retratarse tal y como realmente son.

Alguien dijo que la política es el arte de lo posible, si eso es cierto, estamos ante lo imprevisible, sería la política como una concatenación de sorpresas que nunca podrían ser estudiadas como si se tratase de una ciencia. Pero lo cierto es que se estudia, que existe nada menos que una facultad universitaria en la que se imparten enseñanzas diversas sobre las realidades de los gobiernos y los gobernados. No obstante, Sebastián hizo verdad esa definitoria frase. El político o nace es otra cosa. Y Sebastián nació político, desde siempre le apasionó ese mundo tan atractivo y tan despreciable -según se mire- al mismo tiempo. Y creció en él de manera que a muchos ha asombrado, cuando algunos lo consideraban sólo como un personaje que deambularía siempre entre las sombras del poder y de las conspiraciones. Sin embargo y para sorpresa de algunos, Sebastián ha llegado a ser, contra opinión de agoreros, el hombre que durante más tiempo ha desempeñado la presidencia provincial del PP, el que, hasta ahora y sabiéndolo compartir, más triunfos ha cosechado en elecciones a todas las instancias del poder y el único que ha llegado a ganar, cuando en todas las demás provincias andaluzas se perdían escaños del PP, dicho sea sin ambajes.

Ahora, en estos días, veo a algunos, acomodados sus culos en aristocráticos damascos; que fueron suyos notables alzacolas, ilustres soperos y babosos tiralevitas; renegar de su amistad como San Pedro, cínicos, desagradecidos y desvergonzados. A ellos y a los de sus iguales menguadas estaturas morales, según parece, les corresponde despotricar, ahora… Otros, seguiremos siendo sus amigos, continuaremos llamandole Pitu y a nadie traicionaremos. A nadie. Seguiremos en la misma ideología. ¿O no?

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