El hijo de la luz

antonio Manuel

La nueva deuda histórica

ANDALUCÍA reclamará al Gobierno central el pago de lo que nos debe ante el Tribunal Constitucional. Lo mismo que haría cualquier acreedor frente al deudor que niega o incumple injustificadamente su obligación. La deuda está reconocida en el Estatuto de Autonomía y su cantidad equivale a la proporción de andaluces en el Estado. Sin duda, la regla más justa y ciudadana. Así pues, no existe argumento formal ni material en contra. Sólo político y económico, alegable en los parlamentos pero no en los estrados. Otra cosa es que algunos estrados parezcan parlamentos.

El dinero que nos deben es tan legal como necesario. La legitimidad proviene de la naturaleza constitucional de nuestro Estatuto de Autonomía (del mismo rango que el catalán, vasco y gallego), refrendado por el pueblo andaluz y aprobado por el Congreso, el Senado y el Tribunal Constitucional. Incumplir una norma así constituye un atentado contra los pilares básicos de la democracia. Y consentirlo, todavía peor. Porque los mismos que ahora la reclaman, con toda la razón, son quienes no lo hicieron sin razón con la deuda histórica, tan legítima e imprescindible como ésta. Reconocida también en el anterior Estatuto de Autonomía, aquella tenía un fundamento eminentemente social y equitativo para paliar la endémica discriminación que había padecido Andalucía. Lamentablemente, las cifras actuales de paro, pobreza y educación se parecen a las de entonces como dos gotas de agua tras más de treinta años de autonomía. Y alguna culpa tendrán quienes ahora se echan las manos a la cabeza ante la negativa de Madrid.

Andalucía perdona pero no olvida. Y yo me niego a olvidar y perdonar que mataran el espíritu de la deuda histórica al cuantificarla, renunciando a la finalidad estatutaria de equipararnos con el resto de los pueblos del Estado en la cobertura de nuestras necesidades básicas. Y me niego a olvidar y perdonar que aceptaran un puñado de fincas inútiles en plena crisis inmobiliaria como miserable dación en pago. Porque sentaron un precedente ruin que ahora los deudores podrán invocar maquiavélicamente en los estrados que además gobiernan. Necesitamos metálico, no piedras, para financiar la dependencia, la educación, la sanidad y la pobreza que asola Andalucía. Y con la misma razón que reivindico mi legítimo derecho a no olvidar ni perdonar, me sumo a esta reclamación para no convertirla en una nueva deuda histórica.

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