En este país

Para que no digan que no hay problemas, la mitad del gobierno genera conflictos con la otra mitad

España es un país donde su presidente gobernaba, hasta ayer, con quien dijo le producía pesadillas, a saber su (ex)-vice-presidente. El (ex)-vice-presidente sueña con derrocar al Jefe del Estado, cambiar la Constitución y probablemente llegar a ser el presidente de la URSIP (es decir, la Unión de Repúblicas Socialistas Ibéricas Plurilingües) o al menos de la república autónoma de Madrid. El Jefe del Estado tiene entre sus familiares más próximos a los mejores propagandistas de la República. A la cabeza del republicanismo regio se encuentra su padre, el llamado Rey emérito, que con el silencio de gobiernos y medios de comunicación se dedicaba a borbonear. Borbonear, verbo no recogido en el diccionario o que de estarlo tendría como significado algo parecido a: "dícese de la conducta real poco gratificante para la reina". Y en lo de reinar, deben estar muy dolidas las hermanas mayores del actual rey y por ello dedicadas a tiempo completo a apoyar a la república plurilingüe, que para eso una parla catalán y la otra fabla gallego, al menos en familia.

España es un país tan original y próspero que el ministro de consumo es comunista, pues todos sabemos que aquellos países donde imperaba el comunismo no había ningún problema de consumo, pues no había nada que consumir. Y para que no digan que no hay problemas por resolver, la mitad del gobierno genera conflictos con la otra mitad y así justifican su trabajo. Y tan atareados están en el gobierno que los problemas de los ciudadanos parece que les pasan desapercibidos. Y para que no hagamos ruido nos encierran en casa a la puesta del sol.

España es un país cuyo gobierno se asienta sólidamente en partidos políticos que desean no pertenecer a dicho país, pero que no hacen ascos a cobrar del parlamento del susodicho y en todo caso en llevarse todo lo que puedan de los presupuestos generales del país. Albricias que algunos ya no matan, tan solo aplauden a los que mataban. Y otros insisten en que volverán a la fiebre de la independencia por mucho que hayan mandado al exministro de sanidad para curarles la fiebre.

Curados de espanto debemos estar los ciudadanos y ciudadanas de este país ante los ejemplos que recibimos de aquellos que dicen estar para solucionar los problemas, aunque sus principales preocupaciones sean saltarse la cola de la vacunación o asegurarse el sillón de mando en alguna república autónoma, aunque sea uniprovincial.

Corolario: ¿les resulta extraño que la natalidad se desplome en este país? Vale.

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