El pastor alemán y el marranillo de San Antón

El cochino ha encontrado en el perro su protector perfecto, aquel que nunca le hará daño

Les voy a contar una historia tan tierna que espero que les conmueva lo suficiente como para olvidar por un rato la realidad del cenagal en el que se ha convertido la política española. Verán. En Soportújar, un lindo pueblo alpujarreño en el que se celebra todos los años la fiesta de las brujas, los habitantes de allí han rescatado este año la tradición del cerdo de San Antón. Consiste dicha tradición -que también se sigue en otros pueblos- en comprar un marranillo, dejarlo suelto por el pueblo y cebarlo entre todos los vecinos casi durante un año para rifarlo y sacrificarlo en San Antón, festividad que se celebra el próximo día 17.

Por lo visto esta tradición se celebraba hace muchos años en Soportújar y se perdió sin saber nadie exactamente la razón. Pues bien, ahora, desde hace meses un marranillo se pasea libremente por el pueblo, pero eso sí: siempre detrás de un hermoso ejemplar de pastor alemán, con el que ha trabado una relación a prueba de cualquier tentativa de separación. Me cuenta Antonio Romero, el presidente de la hermandad, que a dónde va el perro va el marranillo detrás y que el cánido ha adoptado al joven puerco de tal manera que no deja que se acerque a él alguien que lleve malas intenciones. El cochino ha encontrado en el perro su protector perfecto, aquel que nunca le hará daño.

Dice Antonio que es conmovedor ver al perro y al cerdo dormitar uno al lado de otro en la soleada plaza, comer juntos en cualquier improvisada artesa o verlos andando por las calles del pueblo. Así desde hace meses. El marranillo ha crecido junto a su amigo el pastor alemán. Hasta tal punto esa amistad gorrino-perruna se ha consolidado que están pensando en el pueblo indultar al marrano. Por lo pronto parece ser que el dueño del pastor alemán quiere comprarle a la hermandad el cerdo o hacerse con todas las papeletas de la rifa porque no quiere que se rompa esa relación tan curiosa entre dos animales de distinta especie.

Hasta el cura Alfonso, que oficia misas en Soportújar, está dispuesto a bendecir ese vínculo tan entrañable. Hasta que la muerte los separe, ha dicho el cura. Pues que así sea, dicen en el pueblo.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios