Es penoso que en la ciudad que tiene a un paso una Sierra Nevada que se ve desde la Alhambra, acabe siendo conocido por cuestiones como que es líder a nivel nacional en actuaciones contra el tráfico ilegal de marihuana o que un distrito entero vive día sí y día también sin luz. Unos barrios, los de la zona Norte, que están sufriendo en sus carnes la brecha social que se ha ido abriendo en los últimos años con distancia entre los barrios ricos, los que están más cerca físicamente de la Alhambra y en los que hacer un viaje a la Sierra es más fácil por aquello de la economía familiar, de los barrios pobres que en el caso de Granada se concentran sobre todo en la parte septentrional de la ciudad. El problema es el que es y ayer tuvo que venir el Defensor del Pueblo Andaluz para llamar la atención de nuevo sobre una situación que tachó de "vuelta al siglo XVIII". Qué pena de Granada con vecinos, muchos, que no tienen luz para calentarse en medio de un invierno terrorífico. Y que aquellos políticos que se llenaban la boca de promesas antes de las municipales, estén ahora más pendiente de especular sobre lo que les importa: los sillones.

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