La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

La pertenencia como sumisión

No debería sorprender que ni los dirigentes históricos ni los actuales barones críticos planten cara al sanchismo

Que yo no estaba hace 40 años?, estupendo, habría otros" ha dicho Alfonso Guerra, ex vicesecretario general del PSOE, ex vicepresidente del Gobierno, diputado durante 37 años y miembro del PSOE desde 1962 al comentar en La mañana de Andalucía de Canal Sur Radio no haber sido invitado a la celebración del 40 aniversario de la victoria electoral del PSOE el 28 de octubre de 1982. Pero sí estaba allí, asomado con González a la ventana del Palace en la histórica foto. Hacía entonces 20 años que militaba en el Partido, cuando en El Pardo había un dictador, no una momia o unos huesitos. Guerra lanceó un toro vivo, no el toro muerto al que con tanto "valor" se enfrentan los sanchistas. Lo que sorprende es que ni él -aunque sea quien llegue más lejos-, ni González, ni los barones que refunfuñan planten decididamente cara al sanchismo que ha convertido el PSOE en su caricatura.

O quizás no debería sorprender. La pertenencia como sumisión a un grupo -político, ideológico, eclesial, cultural: da igual porque todos funcionan de forma parecida- anula la capacidad crítica de quienes sienten como lo mismo sus valores o ideas personales y las que el grupo defiende como propias suyas y de cuantos pertenecen a él siempre que se sometan a las directivas. La crítica y la disensión se consideran traición, herejía o desviación según la naturaleza del grupo. Los errores de este son ignorados, disculpados o atribuidos a las mentiras urdidas por los opositores. Esto tiene dos rotundas y conocidas formulaciones en los ámbitos de la religión y la política: la de San Ignacio -"debemos siempre tener para en todo acertar, que lo blanco que yo veo, creer que es negro, si la Iglesia jerárquica así lo determina"- y la comunista -"mejor equivocarse con el Partido que acertar fuera de él"-. Existiendo, hay que añadir, una profunda diferencia entre ambas: San Ignacio cree que en la Iglesia, iluminada por el Espíritu Santo, está la verdad y por eso escribe "para en todo acertar", mientras en el caso comunista se opta por el error -"mejor equivocarse"- como sumisión al Partido. Qué poco caso se hace al sapere aude -atrévete a saber, a usar tu propia razón- de Kant.

Ayer, tarde y mal, el PSOE andaluz dijo que Guerra será invitado. Pero en el programa de Jesús Vigorra dijo que si a última hora lo fuera no piensa modificar sus planes de este fin de semana: "Sería un poco tarde, ¿no?".

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