Se puede hacer política con todo. Está demostrado que cualquier cosa es susceptible de arañar discursos y guiñar electorados. Todo lo público se convierte en 'target' y en Granada, hasta las señales viales sirven como reclamo político. Sucede con la bandera del colectivo LGTBI que hasta hace tres días se disfrutaba en los semáforos de Puerta Real y que ahora lucen un negro opaco de simpatías. El Ayuntamiento de Granada es el único que hace políticas de semáforo; lo hizo el PSOE al pintar las señales con motivo del Orgullo para visibilizar al colectivo y unirse a la fiesta que trae consigo la efeméride, y ahora lo hacen Cs y PP con un borrado radical que el colectivo y los simpatizantes no acaban de entender sino como un agravio directo contra la diversidad sexual y culpa a una mano oculta del grupo Vox, facilitador de esta alcaldía. Las políticas son políticas, como diría aquel sobre el fútbol, pero existen las que visibilizan y las que pintan de negro.

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