Vivimos mucho en las redes, por desgracia. Vivimos en un ese otro mundo más falso todavía que el de carne y hueso que se mide por me gusta, rebotes de comentarios, odio y crispación. Pero, no todo es malo en las redes. También sirven de evasión para mucha gente y a la vez para denunciar lo que de otro modo se quedaría sin saberse. En la última jornada, dos ejemplos claros: el odio absurdo y repugnante de ensañarse con una pared y con una persona que no hizo daño a nadie (al contrario) pintando una palabra ofensiva en una placa con su calle. Una idea fruto de cualquier persona descerebrada y sin escrúpulos, además de cobarde. Por otra parte, muchos vecinos clamaron en la jornada de ayer por la tala de un árbol histórico con 200 años de vida en la Cuesta del Pino de Granada. Un arboricidio ejecutado por propietarios de la zona que consideraban peligroso el pino y sin más han decidido tumbarlo sin pensar en las consecuencias ambientales, paisajísticas, históricas y patrimoniales de dicho árbol. Sobra mucho odio y mentecatos también, pero desde luego ningún árbol sobra.

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