El reventón térmico

Si lo que pasó el domingo por la tarde en la costa granadina hubiera pasado en la antigüedad o durante el imperio maya, pongamos por caso, los ciudadanos hubieran pensado que era debido la ira de los dioses y hubieran tratado de calmarlos sacrificando cien doncellas, nunca cien doncellos. Lo que pasó fue que, de pronto se oscureció el cielo, como en la profecía bíblica que advertía que iban a caer tres días de absolutas tinieblas en la tierra. En Motril una ventolera arrancó hasta árboles centenarios, en Almuñécar cayó una impresionante tromba de agua y en La Herradura, en donde el viento ya hundió una flota en el siglo XVI, la temperatura subió hasta tal punto que era difícil respirar en la calle. La gente iba escopeteada hacia sus casas a poner el aire acondicionado. Los más viejos del lugar se han apresurado a decir que nunca vieron algo parecido. En Calahonda y Torrenueva se produjeron fuertes remolinos de viento en el mar y en la playa. Lo que llaman una manga marina. Salvamento marítimo tuvo que rescatar a casi ochenta bañistas que se habían alejado de la costa con sus tablas de pádel surf y no podían regresar. Fue de pronto. Sin que nadie se lo esperase. Los periódicos hablan de reventón térmico, un término que, visto lo visto, también lo tenemos que acuñar en nuestro vocabulario, lo mismo que ya sabemos que una dana es un aguacero de cojones y causa muchos daños. Y que antes se llamaba gota fría. Cada día los meteorólogos inventan palabras, pero todas son las mismas. No sé cuántos nuevos conceptos climáticos nos quedan por conocer, pero me temo que muchos. Lo que está pasado con el clima es raro, por lo menos para los que humanos que llevamos setenta y ochenta años sobre la tierra. Un marengo de La Herradura me comentó que había visto en el mar muchas cosas extrañas, pero que esta se lleva la palma. “No me gustó nada el color que tomó la mar, es como si nos estuviera dando un aviso”, me dijo el marengo. Suceden estas cosas cuando vemos que España está ardiendo, que los bosques están convirtiendo algunas zonas de nuestro país en desérticas a consecuencia de una oleada de incendios impresionante, nunca antes ocurrida. Dicen los telediarios que muchos de estos fuegos han sido provocados por incendiarios vengativos o inconscientes pirómanos. ¿Y si la tierra quisiera mandad a tomar por saco a la raza humana por lo mal que nos estamos comportando con ella? No me extrañaría.