La vida universitaria vuelve a Granada tras la Semana Santa. Esa estampa, tras el anuncio de ayer por parte de la rectora de retomar el modelo de "máxima presencialidad posible", será una de las imágenes más parecidas a lo que alguno llamó la pseudonormalidad traicionera. Y es que la vuelta de los universitarios a la ciudad, pese a que aún no se ha producido, no ha quedado exenta de polémica. Las imágenes de bares y pubs llenos de octubre -esas que muchos achacaron a la comunidad universitaria, pero en las que todas las edades contribuyeron (¿o es que no conoce a alguien que fuese a algún bar por entonces y que no fuera universitario?)-, las cuales desembocaron en un endurecimiento de las restricciones, siguen muy presentes y así se hizo de notar en redes. Si bien, hay quienes consideran que se está poniendo la tirita antes de que salga la pupa cuando se dice eso de "¿clases presenciales en la UGR? Se viene la cuarta ola", pues al final si en algo lleva razón la rectora es que lo único que va a hacer la UGR es equipararse al resto del sistema educativo, cuyas clases no se han interrumpido. La clave está en el civismo al salir de clase.

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