Un tesoro escondido

Los granadinos deberían poder disfrutar de las colecciones que fueron del Centro Artístico

No es, desde luego, la primera vez que, por razones siempre relacionadas con acontecimientos culturales, traemos a colación en las líneas de esta columna, la institución de prestigio que es, desde hace más de ciento treinta y cinco años, el Centro Artístico, Literario y Científico de Granada (CALC). Y si hoy lo volvemos a hacer no es sino para invitar a una serena reflexión sobre el uso y destino futuro de los locales bajos del edificio al que da nombre y alberga el teatro Isabel la Católica, en la granadina Acera del Casino, esquina con Almona del Campillo, locales que fueron de uso del CALC y que, actualmente permanecen cerrados, sin uso alguno, desde que finiquitase el acuerdo de cesión de uso, que el Ayuntamiento de Granada -propietario de dichos locales- tenía acordado con la Fundación CajaGranada, finiquito tras el que permanecen cerrados, a la espera de un nuevo destino.

Al Ayuntamiento de Granada debe el Centro Artístico que acudiese con efectividad en la crisis que esta sociedad cultural atravesó en los años 90 del pasado siglo, de modo que, mediados los mismos, pudo firmarse un acuerdo por el que el Municipio se adelantaba a la resolución de la difícil situación económica, que era la causante del grave problema y a cambio, recibía la enorme colección de obras de arte -pinturas, dibujos, esculturas- abultada y muy valiosa biblioteca, parte del archivo y recuperaba, también, el uso de algunos espacios de que venía disfrutando el Centro Artístico en régimen de alquiler desde 1952. Así, el Ayuntamiento granadino pudo dar un respiro a esta más que centenaria y muy prestigiosa sociedad cultural y científica granadina que, ciertamente, ha sabido recuperar comba en todos estos años, durante los que, con una sabia y efectiva dirección, se han venido uniendo nuevos socios de ambos sexos, dedicados y amantes de las bellas artes, las buenas letras, las ciencias y la técnica, habiendo podido redefinirse como una asociación de primer orden por la calidad y la cantidad de actividades que desarrolla, en todos y cada uno de los campos de la creación y del conocimiento que hemos expresado.

Estoy absolutamente persuadido -habiendo sido testigo de buena parte de la vida y la historia del Centro Artístico de Granada, desde 1985- de que hoy sería de justicia que nuestro Ayuntamiento -en cuyo seno ya se ha oído alguna voz que reclama una dedicación cultural para estos locales- acordase dedicar estas salas para muestra y depósito permanente de las colecciones artísticas que fueron del Centro Artístico, para disfrute de todos los granadinos y que fueron atesoradas por el CALC durante más de un siglo, en vez de permanecer por más tiempo embaladas en cajas y custodiadas en las instalaciones municipales de Los Mondragones, siendo sólo un tesoro escondido. ¿O no?

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