El calamar arroja una nube de tinta para esconderse de sus enemigos, la misma que Sánchez y Puigdemont han utilizado para esconder por unos días su esperpéntica alianza por la amnistía, gracias a la torpeza de Feijóo que precisamente a pocas fechas de las elecciones gallegas –donde no sólo se dirime el futuro de la autonomía, sino que tendrá repercusiones en la política española– se le ha ocurrido enredarse en la madeja de los indultos y la amnistía, aunque sólo los hubiese estudiado durante 24 horas. Era de esperar que el PSOE utilizara esta ocasión servida en bandeja por Feijóo para intentar evadirse de la realidad de que si hubo contactos del PP con los independentistas ha sido él quién ha aceptado hasta la última coma las exigencias de Puigdemon t. Atravesaba esa pleitesía momentos difíciles cuando el mismo Parlamento Europeo pedía una profunda investigación de los contactos del secesionismo catalán y Puigdemont en particular, con la trama rusa. Ni en España ni en Europa se comprendería una amnistía si se incluían en ella tantos presuntos graves delitos que hay por medio, entre ellos los de terrorismo y alta traición que deberán ser investigados a fondo en España y en Europa.

Pero, en fin, la torpeza la ha cometido Feijóo y tendrá que asumir las consecuencias, sobre todo dependiendo de los resultados de las elecciones gallegas de mañana. Está bien que se les pida cuentas de esos cambios, cuando era la principal arma del PP, pero no deja de ser un ejercicio de cinismo que exijan detalles de estos contactos, precisamente los que mantiene en secreto las conversaciones en el extranjero con el sádico líder de Junts que se mostrará satisfecho de seguir siendo clave en el futuro de la política española y de sus representantes, en ese grotesco esperpento que vengo llamando al protagonismo de este sujeto en la política española.

No le bastará al dúo Sánchez-Puigdemont esconderse bajo la tinta del calamar para evadir ese vergonzoso pacto, a cambio de siete votos que son claves para mantenerse en el poder o acceder a él. El prófugo lo sabe y juega su papel de ridiculizar al socio y, de paso, al aspirante. Veremos si vale de algo esas nuevas escenas del melodramático sainete para dilucidar el panorama político que puede salir mañana de las elecciones gallegas, donde podrá estimarse si el electorado ha beneficiado a la indignidad política, representada por Pedro Sánchez, o a la torpeza que en estos días ha acaparado en exclusiva Alberto Núñez Feijóo.