Tribuna

Esteban fernández-Hinojosa

Médico

Custodios de la memoria

Por su parte, la polis, además de encontrar Eldorado de los tratamientos, tendrá que empeñarse en considerar la vejez como la etapa existencial más importante

Custodios de la memoria Custodios de la memoria

Custodios de la memoria / rOSELL

De los 57 millones de seres humanos que se estima padecen alguna forma de demencia en el planeta -más de un millón en España-, dos terceras partes se deben a la enfermedad de Alzheimer, la forma más común de demencia. La OMS prevé que estos números se triplicarán en tres décadas. Y aunque los sistemas sanitarios asumen aproximadamente un tercio de los gastos, la expansión del envejecimiento podría colapsar estos sistemas. Los expertos reclaman para la próxima década mecanismos, a escala poblacional, de detección precoz y prevención del estadio avanzado de estas dolencias. Ahora parece que en Europa la incidencia del alzhéimer da un cierto respiro debido, en parte, a la adopción de estilos de vida más saludables, que incluye la reducción de hábitos tóxicos, mejoras en la alimentación, la práctica de ejercicio y el cuidado del estrés, el sueño o los llamados factores de riesgo vasculares. Hoy se sabe también que, a ciertas edades, guardar propósitos profundos y cultivar relaciones personales no sólo reduce la aparición de esta afección, sino que puede erigirse en muro de contención contra su agravamiento.

Pero como toda realidad también la biológica es compleja. Y el alzhéimer es una realidad de la mayor complejidad; en esta patología influyen diversos factores que no son bien conocidos. Durante años su tratamiento se ha enfocado en depurar la proteína amiloide del cerebro, pero esa diana ha resultado ser un tanto simple como hipótesis. El reloj genético ha sido también identificado como desencadenante del proceso, pero afecta a muy pocos casos. La complejidad y diversidad de condiciones que inciden en su aparición explica que aún no dispongamos de tratamientos eficaces. Los especialistas J.M. Frade y A. Pascual-Leone reconocen la necesidad de abordar el alzhéimer con terapia multifactorial; esto es que el tratamiento incida sobre otras claves relacionadas con su desarrollo. Nuestros científicos abogan por abordajes más globales, que incluyen la modificación de estilos de vida y hábitos para contribuir a detener el bucle apocalíptico de la historia natural de este mal. Es evidente que una sola medicación, como una bala mágica, no acabará con el fantasma. Ahora se investigan otros factores que pueden perturbar el sistema nervioso, como los procesos que se asocian al envejecimiento -estrés oxidativo, infecciones, mutaciones, diabetes, inflamación...- y que, según los especialistas, pueden catalizar el desarrollo de este trastorno. Además de descubrir nuevos blancos sobre los que desarrollar tratamientos de amplio espectro, se aboga también por implantar chequeos en la población, con información que lleve a la gente a reconocer la importancia de esos cribados, antes aun de notar síntomas (momento idóneo), de manera que sean percibidos como necesarios y prudentes.

En el último siglo se ha duplicado la esperanza de vida. Y, al coincidir con la generalización del control de la natalidad, el resultado ha sido una proporción de ancianos como no ha habido en ningún otro momento de la historia. Y esa proporción crecerá en un futuro próximo. No siendo el envejecimiento la causa de la enfermedad es, sin embargo, su mayor factor de riesgo: la predisposición genética con que se ha nacido, el estilo de vida que se ha practicado o los achaques que se han sumado al paso de los años pueden hacer de la vejez un detonador sensible para fenómenos degenerativos como la demencia. Esta edad constituye casi un tercio de la vida de las personas; sin embargo, no está clara la función que socialmente desempeña. Si el primer tercio se destina a la educación y el segundo a la producción y reproducción, el último, sin papel definido, podría dedicar su disponibilidad al cultivo y trasmisión de aquellos valores que, aun siendo en apariencia poco productivos, custodian la memoria, no sólo la del portador, sino también la de la civilización. En esta fase de la vida se han vislumbrado efectos biológicos protectores en quienes atesoran propósitos existenciales con sentido. Después de veinticinco siglos de la hipótesis de la "buena vida" -como la llama el Griego-, el laboratorio demuestra ahora que quienes ordenan sus vidas en torno a nociones abstractas de significado y propósito tienden a expresar en sus genes efectos saludables contra la inflamación y degeneración celular. Este periodo podría encontrar su noble misión en la difusión de esos valores que la etapa productiva apenas puede transmitir a las generaciones jóvenes. Por su parte, la polis, además de encontrar Eldorado de los tratamientos, tendrá que empeñarse en considerar la vejez como la etapa existencial más importante. De lo contrario, no habrá fórmula "humana" con que acoger legiones de seres tan provectos como perjudicados en su psicosoma.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios