Tribuna

Francisco González García

Y, de repente, llegará septiembre

Resulta sorprendente que las autoridades competentes parezcan no darse cuenta de lo que supone el inicio del curso sin que la epidemia esté, no ya extinta, sino bajo control

Aula de un colegio esperando el inicio del curso escolar

Aula de un colegio esperando el inicio del curso escolar / G. H.

Han transcurrido cinco meses desde que se suspendieron las clases presenciales y salvo las pruebas de selectividad toda actividad docente se ha realizado de forma telemática. No está de más recordar que la solución de las clases y evaluaciones online generaron multitud de problemas, de los cuales el más grave, a mi entender, es la ruptura de la igualdad de condiciones que debe cumplir la enseñanza obligatoria y que solo con la asistencia en las aulas se puede garantizar en mayor grado. Ni profesores ni alumnos estaban en igualdad de formación y medios para la situación del confinamiento. Nadie lo esperaba, cierto.

Sin embargo, a menos de un mes del reinicio de la actividad escolar, resulta sorprendente que las autoridades competentes, a todos los niveles y de todos los colores políticos, parezcan no darse cuenta de lo que supone el inicio del curso sin que la epidemia esté, no ya extinta, sino bajo control. Los datos de contagiados de agosto lo indican. Pareciera que no se comprende qué es un colegio o un instituto, ni cómo funciona en su día a día. Ese parecer lo emito viendo las ideas que "comunican" los responsables en dar órdenes a los centros educativos. Órdenes generales que difícilmente pueden ser cumplidas por todos los centros pues la casuística de ellos es muy diversa, salvo por supuesto en que hay un equipo directivo al que se le va a responsabilizar de todo. Ni siquiera habrá un especialista médico/enfermero en el centro; tan sólo una línea telefónica. ¿De esas que dicen: marque uno, marque dos…? Dicen que los primeros días serán de carácter lectivo-sanitario, ¿Y con ello se va a solucionar todo, incluidos los atascos de los coches llevando a los niños y niñas a los colegios?

Ante los rebrotes en una población, prohíben reuniones de más de 10 o 15 personas. En las aulas generalmente hay de 20 a 30 alumnos (según niveles) y un profesor. En muchas aulas no hay espacio para mantener la distancia de seguridad. No es lo mismo tener la mascarilla una o dos horas en una reunión de amigos que tenerla cinco horas seguidas en un lugar donde se pide trabajo e interacción. Y así cinco días a la semana, durante 9 meses lectivos.

Ante los rebrotes es esencial el rastreo de contactos. Supongamos, con mucha fe, que rastreamos muy bien. Es esencial aislarlos y formar los llamados grupos burbuja. Una familia puede encerrarse. ¿Y cómo hacemos para formar 12 o 18 grupos burbuja en un colegio con línea dos o tres (dos o tres grupos para cada uno de los seis cursos de la Educación Primaria)? ¿Y en un IES donde puede haber una cantidad igual o superior de grupos? ¿Y en los centros donde hay Primaria y Secundaria? ¿Cómo organizamos entradas y salidas separadas para cada grupo?, ¿Y recreos separados? ¿Qué burbujas creamos para los hermanos que asisten a cursos distintos en un mismo colegio?

En Primaria cada grupo tiene, o debería, tres o cuatro profesores distintos (generalista, lengua extranjera, educación física y música), en Secundaria la lista de profesores llega a diez; y por supuesto los profesores dan en grupos distintos. ¿Qué ocurrirá si un profesor se contagia? ¿Se encierra a todos los grupos donde impartió docencia? Fina ironía es que a los jugadores de fútbol se les haga una prueba cada 48 horas, ¿Y a los profesores con cuanta periodicidad? ¿Cada semana, cada mes, cada trimestre? ¿Y cómo se cubrirán esas bajas, a los diez días como es habitual?

¿Y si los padres temen por la salud de sus hijos, cómo obligarlos a la escolaridad? ¿Cómo comunicarán los padres una enfermedad común sin crear alarma?, etc. La casuística es tan diversa que el responsable del centro en la gestión del Covid19, más la gestión ya habitual en condiciones normales de un colegio o IES, creo necesitará 48 horas al día, si las hubiera. ¿Qué formación van a recibir los profesores y gestores de los centros? ¿Una orden del BOJA? ¿Qué medios materiales? ¿Vamos a convertir a los Colegios e IES en gestores primarios de salud cuando ni la atención primaria sanitaria está asegurada? ¿O vamos a solucionarlo todo con una nueva ley educativa, un reglamento, una orden de la Consejería de turno, una instrucción o una circular urgente? ¿Confiamos en los hados, en los santos patrones o en las vírgenes de cada localidad para que el virus se extinga en un mes?

Hace cinco meses las más altas instancias me decían que la mascarilla no servía y que había un comité de expertos. Ahora la mascarilla es obligatoria y parece que no había expertos. Un colegio o un instituto es mucho más complicado y mucho más serio que esos desatinos, aunque la experiencia me dice que la política educativa de este país nunca se ha tomado en serio. Llegará septiembre y espero equivocarme.

Francisco González García es profesor de la Universidad de Granada

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