La granada del siglo XXI

Calicasas, tañidos en la Vega

  • El pueblo está rodeado de olivares, que constituyen el principal motor de la economía local

Calicasas es un pequeño pueblo, situado a poco más de catorce kilómetros de la capital, en la Vega granadina. Las tierras plantadas de olivares rodean esta población, en la que la mayoría de sus apenas setecientos habitantes viven del campo.

Resulta sorprendente comprobar como a pesar de situarse tan cerca de otros municipios del Área Metropolitana, como Albolote o Peligros, que han registrado importantes movimientos demográficos y crecimiento urbanístico a lo largo de los años, Calicasas parece mantenerse impasible, conservando una gran mayoría de población autóctona, con una parte muy poco significativa de inmigrantes y sin que se haya convertido, como suele ocurrir con los pueblos tan cercanos a la capital, en un lugar exclusivo de pernoctación, de ida y vuelta de vecinos que lo dejan vacío durante la mañana y lo pueblan cuando llega la noche. En Calicasas las calles son tranquilas, pero no por la huida en masa de trabajadores, sino porque se conserva casi intacto el estilo de vida que en muchos otros puntos se ha ido perdiendo a la par que aumentaban las casas adosadas y los chalets.

No obstante algunos calicaseños se trasladan cada día a la capital o a municipios cercanos para su jornada laboral. Y otros deciden probar suerte lejos de las calles que los vieron crecer. De estos, señala algún vecino que pasea tranquilo por su pueblo, algunos han vuelto cuando han llegado "las vacas flacas" y el campo, que continúa aún en el mismo lugar de siempre, se ha convertido en la alternativa perfecta. Y es que el aceite virgen extra de la localidad, bajo la Denominación de Origen de Montes Orientales, es uno de sus principales tesoros, de los que hay que cuidar y mimar para que siga conservando su calidad, y siga siendo referente.

Junto al olivar, el sector servicios es el otro pilar de la economía de esta pequeña localidad, en la que poco a poco están logrando que sus vecinos puedan satisfacer cualquier necesidad sin tener que trasladarse a otro punto de la geografía granadina.

Pero a pesar de que se trata de un pueblo pequeño y de pocos habitantes, de esos en los que de verdad se conocen todos y en los que la mayoría son familia y los que no lo son parecen casi serlo, a pesar de esa sensación de preservar el pasado, Calicasas mira hacia adelante y ofrece a los calicaseños una amplia oferta cultural y lúdica. Talleres de teatro o música, escuela para adultos y diversas actividades deportivas se han ido colando poco a poco en la vida de sus habitantes, que se muestran felices de tener acceso a este tipo de ocio que hace que la vida transcurra como siempre, pero con pequeños 'sobresaltos' que la hacen más interesante. Para los más jóvenes estas actividades son indispensables y se convierten en una importante vía para lograr que, en la medida de lo posible, se queden en el pueblo.

La localidad no goza, sin embargo, de muchos atractivos monumentales para el visitante. Aunque parece que su origen se remonta a la época romana apenas hay signos que lo demuestren. La iglesia parroquial de la Virgen del Rosario, que era quizás el edificio más emblemático, se quemó hace algunos años y en su lugar se construyó otra, aunque se conservan los restos de la antigua. Junto a ello su entorno natural se convierte en el principal interés para el turista que decida hacer una parada en Calicasas para descansar del ajetreo y del ruido de otros lugares.

Situado en la zona que se denominaba la Campana de Granada, porque desde aquí, como desde otros municipios localizados en las cercanías, podían escucharse las campanas de la Torre de la Vela al repicar, Calicasas, que no fue independiente hasta bien entrado el siglo XIX, es uno de esos rincones de la geografía granadina por los que merece la pena pasar aunque sólo sea por el placer de sentarse en uno de los bancos de la plaza a disfrutar del silencio y del horizonte.

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