baza

El Cascamorras no se la lleva

  • Miles de personas participan en la tradicional carrera marcada por la tinta y la diversión La localidad alcanza un 100% de ocupación hotelera

Tres cohetes, tres mil litros de pintura negra y el combustible de la emoción compartida dieron vida, y van 526 años, al Cascamorras, fiesta de Interés Turístico Internacional que reunió ayer a miles de personas en Baza por una tradición que quiere ser Patrimonio de la Humanidad.

Un calor casi infernal, y lo del casi es discutible, no impidió que Baza volviese a lucir su efímera imagen de ciudad tintada de negro, con miles de personas sumando un año más a la centenaria tradición para dar vida al Cascamorras, la peculiar batalla de pintura y emociones que impresionó a un Cervantes que la inmortalizó en El Quijote.

Lenta, con más de dos horas de fiesta que pareció más un descenso en familia que una carrera, a cuarenta grados, olor a aceite y emociones, la historia volvió a aguar ilusión de Guadix por recuperar a la Virgen de la Piedad y terminó con el ya tradicional "Y no se la lleva, y no se la lleva".

Esta fiesta centenaria comenzó hace ahora 526 años cuando Juan Pedernal, un obrero de Guadix, encontró en el vecino municipio de Baza y durante unas obras la imagen de la Virgen de la Piedad, patrona de los bastetanos, y quiso llevarla a su pueblo.

Y como los dos municipios quisieron velar por la imagen de la Piedad, la justicia de entonces apostó por una solución salomónica, la de mandar a un representante de Guadix a tierras bastetanas, un enviado que si llegaba limpio al templo se llevaría la imagen a casa. Y en eso siguen.

José Manuel García Plaza 'Maillo', el Cascamorras de este año, tampoco logró ayer cambiar la historia y tendrá que volver el viernes a casa para protagonizar la segunda parte de esta peculiar batalla, aunque lo hará con el recuerdo de haber escuchado una y otra vez eso de "esto sí que es un Cascamorras". Porque Guadix volverá a castigar a su Cascamorras por haber perdido, de nuevo y como siempre, la batalla, la que se le ha escapado en cuanto ha empezado la fiesta, con el primer abrazo de la tradición centenaria. Aunque lo de correr fue casi imposible y el calor pudo con más de un participante, un par de lipotimias incluidas, el emisario accitano le puso tantas ganas que llegó a romper al menos un mástil de la bandera, nada relevante para frenar una fiesta que se mueve por impulsos.

Unas 170 personas de diferentes áreas municipales participaron en la organización. El éxito de la festividad es tal, que los hoteles de la localidad han alcanzando un 100% de ocupación hotelera.

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