El brillo de la tradición
La jornada estuvo marcada por el sofocante calor que 'castigó' a las hermandades en las primeras horas de sus salidas con los termómetros marcando hasta 32 grados Las cuatro corporaciones completaron su salida
ESTA Semana Santa cada jornada se está empeñando en superarse. En tiempo (cada vez hace más calor), en gente en las calles, en el paso de los cortejos, en el discurrir por carrera oficial, en cumplir los tiempos... Todo para una semana que en sus primeros tres días ya se puede denominar de antológica.
La jornada comenzó a primera hora de la tarde en el barrio del Zaidín con la cofradía de la Lanzada. El sol caía de macetilla sobre las cientos de personas que no quisieron perderse el momento de arropar a una cofradía de barrio que a su paso por el centro se volvió elegante y sobria y que tuvo el mérito de ponerse en la calle cuando los termómetros marcaban hasta 32 grados. Un buen tiempo que sueñan cada año los cofrades pero que se puede volver enemigo si se sufre bajo un paso o un capillo de nazareno. Y más con el efecto invernadero que hace la carpa desde la que sale la cofradía a las mismas puertas de la parroquia de los Dolores. La hermandad cada vez ve más cerca salir desde el interior del templo si se consigue finalmente el permiso, tras años de lucha, para reformar la puerta de la parroquia.
La hermandad puso en la calle un cuidado cortejo, cada año más numeroso. Los pasos se presentaban de forma exquisita con un exorno floral de orquídeas para el palio y de variedad de flores en el misterio. Como detalle, en el palio la Virgen de la Caridad llevaba dos cirios de su candelería con las palabras con la inscripción de Caridad y Zaidín.
El cortejo fue dejando detalles cofrades como su llegada a las sedes de otras corporaciones, como en San Matías, con petalá incluida, o su llegada y discurrir por el barrio. Todo un esfuerzo además por lo prolongado de su recorrido y que ayer tuvo un esfuerzo más por el calor.
De la fuerza del barrio y el bullicio de una hermandad joven la jornada se transformó en tradición, historia y seriedad con la hermandad del Vía Crucis, la decana, que salió desde San Juan de los Reyes. Un cortejo cuidado, más amplio que otros años gracias al esfuerzo que está realizando la corporación por atraer hermanos a sus filas, dejó por la ciudad un sabor clásico con detalles propios de principio a fin. Los pasos se presentaban con un cuidado y sencillo exorno floral. Volvió a destacar tanto la imponente talla de Jesús de la Amargura como el conjunto del palio de la Virgen de los Reyes y sus detalles.
La hermandad daba el toque de recogimiento a la jornada con sonidos y andar clásico. Después, en su regreso, el tradicional rezo de las estaciones del Vía Crucis aderezado con la maravilla de paisaje que refuerza la impronta de la hermandad a su regreso por el Paseo de los Tristes y la calle San Juan de los Reyes con la Alhambra de fondo.
Dos advocaciones con gran número de fieles, la de Jesús del Gran Poder y la Virgen de la Esperanza, fueron las siguientes protagonistas de la jornada desde la céntrica Plaza Nueva. Una marea de gente llenaba la plaza para volver a ver la difícil salida de este cortejo, sin duda y año tras año de los más completos, bien puestos y numerosos de la Semana Santa. Y este año tampoco fue menos. La zancada del Gran Poder sobre su paso de orfebrería y el perfecto paso de palio de la Virgen de la Esperanza, todo un muestrario de las mejores piezas, desde la imagen de Risueño a los bordados y la orfebrería, volvieron a dejar boquiabiertos a quienes se acercaban a contemplar un paso completo y de los mejores embajadores de la ciudad. Este año tras su salida y antes de llegar a tribuna oficial sufrió un percance con la crestería que fue solucionado de inmediato por los priostes de la corporación.
Además de su destacado paso por la carrera oficial, otro de los momentos más destacados de su salida fue el paso de regreso por los hospitalicos en la calle Elvira, donde se para el tiempo.
El Realejo no podía faltar a su cita del Martes Santo y en la jornada de ayer la cita fue con la cofradía de la Humildad, la popular 'Cañilla', que atrae a cofrades y a no cofrades por su esencia tan particular. La cita era en la catedral del barrio, la iglesia de Santo Domingo, desde la que salió, a una abarrotada plaza, el misterio del Señor de la Humildad, acompañado por los sones de la Agrupación del Dulce Nombre, propia de la corporación nazarena. Detrás, la Soledad, una imagen muy querida para los cofrades. El cortejo estaba muy bien presentado y también notó el aumento que están registrando las corporaciones este año de nazarenos y camareras en sus filas.
En definitiva, una jornada nuevamente plena y perfecta que con sus cuatro cofradías escribió una nueva página para la historia de esta Semana Santa, que por ahora cumple las expectativas que se han puesto en ella de ser una de las mejores de los últimos tiempos en todos los sentidos. Habrá que esperar a que el resto de días sigan el ejemplo de este inicio y se cierre el círculo.
No hay comentarios