Hermandad del Santo Cristo

Tres décadas de penitencia: la penúltima incorporación a nuestra Semana Santa

  • El Cristo de San Agustín celebra este Lunes Santo de 2023 su trigésima salida en estación de penitencia, después de setenta 

Tres décadas de penitencia: la penúltima incorporación a nuestra Semana Santa

Tres décadas de penitencia: la penúltima incorporación a nuestra Semana Santa / Archivo de la Hermandad (Granada)

La configuración de la jornada del Lunes Santo, tal y como hoy la conocemos, arrancó hace ahora veintinueve años. Momento en el que, definitivamente, cristalizaron las corporaciones nazarenas que aun hoy realizan su estación de penitencia: la Hermandad del Trabajo, la del Huerto de los Olivos, la de Nuestra Señora de los Dolores, la del Señor del Rescate y también la del Santo Crucifijo de San Agustín.

Un diseño que dibujó perfiles contrastados, los que contraponen la vistosa y bulliciosa perspectiva de una hermandad de barrio con el Zaidín con el recogimiento, sobriedad y silencio de la última de las cofradías en sumarse a esta segunda jornada. La que parte desde el corazón de la calle San Antón, saliendo de la clausura franciscana del Santo Ángel, la que cobija en su seno una devoción tan arraigada como centenaria. La del Sagrado Protector de Granada.

Sin embargo, no fue en 1994 sino en 1993 cuando la Hermandad del Cristo de San Agustín decidió dar sus primeros pasos en la Semana Santa, procesionando al crucificado de la cruz de plata y dejando para Granada una nueva manera de entender la estética cofrade y el ceremonial que envuelve a una procesión penitencial.

La recuperación de una devoción

Aunque la hermandad del Santo Cristo hunde sus raíces en el siglo XVII, cuando un grupo de nobles y miembros de la alta sociedad granadina decidió consagrar un instituto religioso a la imagen de este crucificado, por mor de su intercesión milagrosa en un brote de peste, no sería hasta 1989 cuando la corporación adquiriera la identidad que hoy conocemos. Un momento en el cual se modificaron sus antiguos estatutos y se adaptaron a una nueva necesidad y a una nueva perspectiva; dejando atrás su único carácter votivo y apostando también por una naturaleza penitencial, capaz de sumar a su calendario de cultos una estación dentro de la Semana Santa.

El profesor Miguel Luis López-Guadalupe, miembro histórico de la corporación, señala cómo la vuelta de la hermandad a las calles, venía intentar recuperar "las antiguas procesiones de rogativas en las que el Cristo de San Agustín había participado, ya que antes de 1993 la imagen había salido a la calle por distintos motivos: la última, en 1953, junto a la Hermandad de los Estudiantes, pero antes lo había hecho por diferentes motivos. Por la epidemia de peste de 1679, por la Guerra de Marruecos, en 1834; o por la Guerra de Cuba, en 1898". Para este catedrático de Historia Moderna, que también fue hermano mayor de la cofradía, "la presencia de la hermandad era devolver a la calle una devoción muy especial cuya presencia venía acompañada de circunstancias muy difíciles".

Una estética diferente

Campanas a muerto, largos y anchos cirios de cera tiniebla puestos al cuadril. Música de capilla y andar racheado. Ciriales e incensarios que antecedían a un paso en ebanistería pero que pronto vería el barniz oscuro de la caoba. Estas fueron algunas de las estampas que regaló la hermandad del Cristo de San Agustín aquel año de 1993, recorriendo un itinerario alternativo al no estar todavía incluida dentro de la nómina de la Real Federación.

Entre los encargados de hacer posible y orquestar aquella primera salida en estación de penitencia estuvo Luis Recuerda, primer diputado mayor de gobierno de la cofradía y actual hermano mayor. Para él, "ese Lunes Santo supuso el hecho de poner otra cofradía de negro en la calle que no era la de El Silencio y hacerlo con la premisa de devolverle a Granada una talla tan venerada como era la del Cristo de San Agustín".

Para Recuerda, como también para el resto de hermanos que configuraron aquel primer cortejo, la incursión en la Semana Santa era todo un reto. Si bien contaban con una dilatada experiencia en otras hermandades, a pesar de su juventud, intentaban traer a Granada una nueva forma de hacer semana santa. "La gente quedó impactada cuando vio salir la hermandad por primera vez: la disposición del cortejo, la presencia de la música de capilla y el hecho de ver una hermandad silente con las últimas luces del día".

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