Sociedad

Comienza en San Pedro la ceremonia del hermetismo

  • Los cardenales duplican los turnos de palabra en la última congregación en vísperas de encerrarse en la Capilla Sixtina. Las finanzas del Vaticano centran varios de los discursos.

Son conscientes de que la homilía de la última misa antes del cónclave fue clave para que monseñor Ratzinger se convirtiera en Papa cuando estaba orillado de las quinielas. Aquella intervención le puso en la pomada para salir de sumo pontífice a la tercera votación. Las vísperas son fundamentales. Los últimos movimientos y los gestos finales parecen tener un valor especial.

Tal vez por eso ayer, en la décima y última congregación general, se duplicaron las intervenciones de los purpurados. Se produjeron 28, lo que hace un total de 161 discursos oídos en el selecto colegio cardenalicio. El máximo responsable de prensa del Vaticano, el padre Lombardi, tuvo que admitir que las finanzas preocupan a los príncipes de la Iglesia. El estado de las cuentas centró nuevamente algunas intervenciones, como la necesidad de renovar la curia y el modelo de gestión general del Vaticano. Nadie oculta que el casoVatileaks marca este cónclave por mucho que se intenta ofrecer una versión en la que se quiere poner el foco en otros temas de importancia para el futuro inmediato de la Iglesia Católica. Probablemente lo son, pero en esta ocasión el proceso ha arrancado de una dimisión insólita. Y todo lo que ha ocurrido estos días confirma que ciertas interprertaciones tienen una base de veracidad.

El dinero ya marcó fuertemente la sucesión en 1978, el año que conoció tres pontífices. Muchos cardenales apuestan por el reformismo en la curia. Aquel que convenza a los demás de su disposición a establecer cambios en la forma de gobernar el Vaticano se llevará de calle ese voto reformista, que parece lo suficientemente amplio como para deparar un sorpresa y dejar a Italia otro puñado de años sin un paisano en la Silla de Pedro. Las quinielas siguen apuntando tres nombres: el brasileño Scherer, a quien las cámaras han perseguido en cada entrada al Aula Pablo VI y que forma parte del lobby canarinho que ha exigido datos del informe oficial del caso Vatileaks; el norteamericano Dolan, arzobispo de Nueva York, de oronda sonrisa y que abiertamente ha declarado que el próximo Papa deberá asumir grandes cambios en la Iglesia, y el canadiense Ouellet, a quien se le atribuye una firmeza digna de ser sucesora de la del propio Ratzinger.

A nadie escapa que muchas apuestas son interesadas, promovidas intencionadamente: para aupar a los candidatos no ya al Papado, sino a los diversos ministerios (prefecturas), o para que los nominados entren cardenales y salgan de nuevo cardenales del cónclave. La vieja táctica de quemar los nombres. Quien esta vez parece que ha quedado tapado es el hondureño Madariaga, que en el último cónclave fue el candidato de la Stampa.

Se acabaron las reflexiones en voz alta y las de los pasillos, los concilios y los conciliábulos. Por la tarde juraron los 90 auxiliares que asisten a los cardenales en el cónclave: secretarios, ceremonieros, asistentes varios, confesores, médicos, enfermeros, limpiadoras, floristeras, conductores, miembros de la Guardia Suiza y agentes de la gendarmería vaticana. Han de comprometerse a no informar a los cardenales de ningún detalle del exterior y, por supuesto, a no comentar fuera de los muros vaticanos nada de lo que ocurre dentro de la residencia de Santa Marta, el edificio que mandó construir Juan Pablo II tras las filtraciones en el cónclave que eligió Papa al cardenal Luciani, Comienza la ceremonia del hermetismo.

Por la tarde puede producirse la primera votación si así lo acuerdan los cardenales. A partir del miércoles, dos votaciones por la mañana y otras dos por la tarde. La fumata matutina sería en torno a las doce del mediodía. La vespertina, sobre las seis de la tarde.

En el momento que se produzca la elección, habrá fumata blanca. Y entonces habrá que esperar unos 45 minutos a que aparezca el cardenal protodiácono en el balcón principal de la basílica de San Pedro para entonar el annuntio vobis gaudeum magnun: habemus papam. Desde ese momento sólo habrá que aguardar ya diez minutos para que aparezca el nuevo obispo de Roma.

Ayer pudo verse un cartel revelador en la sacristía de la Basílica de San Pedro. El rótulo informaba de la suspensión de todas las misas matinales para el próximo día 19, festividad de San José, por lo que todo apunta a que esa fecha será la de la misa del inicio del Pontificado.

Todo está preparado en la Plaza de San Pedro. Desde la suntuosa cortina grana de la balconada principal, colocada ayer mismo, hasta los puestos de bebida y comida rápida a las misma vera de la columnata de Bernini con el sonido de los alimentadores eléctricos que recuerdan a los puestos de serrín de cualquier feria andaluza. Por el sonido... y porque es difícil ver a alguien comprar en ellos.

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