Sociedad

La acogida a los divorciados que se vuelven a casar divide al Sínodo vaticano

  • El tema centró gran parte de las intervenciones pese a que sólo afecta al 1% de los católicos Oposición total a las uniones homosexuales, aunque los obispos abogan por no juzgar

Los participantes en el Sínodo sobre la familia, que comenzó el lunes en el Vaticano, terminaron sus ponencias, que evidenciaron una división en la Iglesia sobre si se debe consentir que los divorciados que se han vuelto a casar puedan recibir la Comunión.

Aunque, como resaltó uno de los participantes, el problema de los divorciados que se han vuelto a casar afecta al 1% de los católicos, el tema centró gran parte de las intervenciones y quedó claro que existen dos líneas de pensamiento que intentarán converger en puntos comunes.

Los portavoces de la oficina de prensa que difunden los resúmenes de las intervenciones reiteraron ayer que la asamblea continúa dividida en dos líneas. Una defiende "la fidelidad sin compromisos" de la doctrina, que impide recibir los sacramentos a los divorciados que se han vuelto a casar; y otra la respaldan aquellos que, aunque defendiendo el carácter indisoluble del matrimonio, quieren que la Iglesia católica "busque vías concretas" para resolver situaciones concretas.

Algunos apuntaban la necesidad de que la Iglesia tome un "camino penitencial" para que se reflexione sobre el sufrimiento de algunas situaciones, como la de "los divorciados que se han quedado solos porque a menudo sufren en silencio y están marginados de la vida social". También invitaron a que la Iglesia actúe "para proteger a los hijos de los cónyuges divorciados de las repercusiones psicológicas que el divorcio pueda tener sobre ellos", ya que muchas veces son tratados como "una pelota de ping pong", observó un obispo.

En este debate, que fue "pasional" pero "respetuoso", tomó la palabra uno de los "padres sinodales", como se conoce a los que tienen voz y voto en esta asamblea, para contar su experiencia "como hijo de divorciados".

Aunque la sala de prensa del Vaticano no citó su nombre, se trata del arzobispo de Viena, el cardenal Christoph Schönborn. "Yo experimenté el estigma con el que se marcó a mis padres y el mío por ser hijo de divorciado", dijo el arzobispo, uno de los más acérrimos defensores de una apertura a la misericordia por parte de la Iglesia en estos casos.

Pero, en la otra línea, otros como el cardenal Walter Brandmuller, en una entrevista publicada ayer en el diario italiano La Repubblica, aseguran que los "divorciados necesitan ayuda pastoral, pero esto no implica su admisión en el sacramento de la Eucaristia porque con su decisión van contra la palabra de Dios y es el momento de la comunión el más íntimo encuentro con Dios".

La controversia de estos días quedará plasmada en el papel cuando el lunes se publique la Relatio post disceptationem (Relación después de la discusión), que servirá de documento para debatir durante la próxima semana, tras la que se redactará el texto final con las conclusiones del Sínodo.

De las sesiones surgió también la oposición a cualquier tipo de reconocimiento de las uniones homosexuales, aunque todos coincidieron en la necesidad de no juzgar ni recriminar a estas personas.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios