Lluís Quílez dirigió la asfixiante película Bajocero que fue todo un éxito en Netflix. Ahora la plataforma estrena para todo el planeta una historia más prolongada de este autor, la miniserie Mano de hierro, un thriller ambientado en el puerto de Barcelona. Eduard Fernández, Chino Darín y Jaime Lorente encabezan esta miniserie de ocho episodios donde las ‘familias’, las bandas, pugnan por el control de las mercancías.

–¿Hay aspectos de realidad en esta ficción ambientada en Barcelona?

–La historia es una mezcla de realidad y ficción. Hay un vínculo con lo que sucede en la realidad e historias ficticias que generen tramas interesantes. Pero no nos basamos en personas concretos, partimos de delitos vinculados al puerto de Barcelona y a partir de ahí se levanta todo.

–El puerto es una ciudad en sí misma, hay una frontera entre la ciudad y las instalaciones portuarias...

–El puerto es una ciudad en sí misma. En unas instalaciones como las de Barcelona trabajan muchísimos trabajadores. El proceso de localización formaba parte de nuestra investeigaición para crear la historia de Mano de hierro. Todos los escenarios son reales, se ha grabado todo en exteriores.

–¿Un lugar así, lleno de maquinaria, de almacenajes tan enormes, dan pie a la imaginación?

–La gente de a pie desconoce en general cómo funciona un puerto y ese fue uno de los motores para crear la serie, hablar de ese microcosmos lleno de máquinas, de espacios amplios. Si en una película es má importante trama, en una serie son más importantes el universo y los personajes. El universo del puerto me atraía.

Los protagonistas de 'Mano de hierro', serie de Lluís Quílez para Netflix

–Eduard Fernández es esa ‘mano de hierro’...

–Pero es una serie muy coral. Con los capítulos se abren los personajes y es más difícil señalar quién es el protagonista. Los giros van a sorprender.

–¿Pensaba en actores concretos cuando la escribía?

–Hay personajes que te inspiran un actor. Desde la escritura sueño con actores y después se puede materializar o no, por cuestión de agenda. En la escirtura hay mucha enosañación. Es un proceso muy bonito y muy intenso.

–Como barcelonés conocía bien el puerto?

–Me era así más fácil introducirme en ese universo que me rodeaba, la zona del Paralelo, la Barceloneta. El puerto se abre por ahí. Un punto fuerte de Mano de hierro son las localizaciones. Como decía, no hay nada de estudio, todo son localizaciones reales, en un potencia visual real.

–¿Con el turismo de los Juegos Olímpicos se fue perdiendo esa inspiración de la Barcelona negra de las películas de los 50, el cine quinqui, Vázquez Montalbán?

–Sí, se había perdido bastante. Barcelona era el paisaje de mucho cine quinqui y de grandes novelas criminales. Me gusta ahondar en una Barcelona rica, multicultural.

–¿La delincuencia de bandas va unida al mar?

–Son características de todas las ciudades portuarias. El comercio, los viajes, los extranjeros ante los autóctonos. Es algo que atrae también a la delincuencia. Era un ángulo muy seductor. Creo que era atractivo en ese contexto poner el foco ahí en una familia , en un grupo que se enfrenta a otros.

–Las ciudades que son escenarios del cine negro suelen tener un atractivo añadido

–Por eso me extrañaría que hubiera crííticas por haber elegido Barcelona para una serie así. Es ficcion aunque los hechs truculentos también forman parte de la actualidad.