Televisión

Terrace House, el respeto como marca social japonesa

  • El reality nipón emitido por Netflix en el que cocinan platos de su cocina con aceite de oliva

  • Un 'Gran Hermano' para entender las formas de relacionarse en el país del sol naciente

Participantes del reality japonés 'Terrace House'

Participantes del reality japonés 'Terrace House' / Netflix

Japón era durante las primeras semanas de la crisis sanitaria uno de los países que están sirviendo de ejemplo, aunque parece que ha cambiado la tendencia y ya se estudia el confinamiento. El jugador granadino Pablo Aguilar, que llegó hace algo más de un mes para su nueva etapa en el Kawasaki Brave Thunders, reconocía en una entrevista que en territorio nipón se está haciendo una vida relativamente normal con las habituales medidas de higiene. En cualquier caso y como explica el baloncestista las convenciones sociales del país del sol naciente pueden haber ayudado a contener las estadísticas iniciales en a batalla contra el Covid-19.

Cuestiones como no rozarse, estrecharse la mano, darse besos o abrazos así porque sí están muy marcadas en la cultura japonesa. El distanciamiento y las barreras forma parte de su manera de entender el respeto.Algo que más allá del catálogo audiovisual del anime, esa fuente inagotable de historias que describía el periodista Miguel Navas, se puede comprobar en Terrace House, la serie de Netflix que muestra un cacho de esa forma de ser japonesa donde no se dan la mano ni al conocerse ni pasado un tiempo, no hay tocamientos, no hay roce. Todo lo contrario, hay distancia, hay mucho orden y limpieza. Y, lo más importante, mucha educación hasta para discutir. Respeto, en resumidas cuentas.

Decía serie porque está así estructurada en capítulos aunque Terrace House Tokyo se enmarcaría en la definición de reality con la inevitable comparación de ser el Gran Hermano japonés. Un programa de tele-realidad en el que se juntan seis personas solteras, tres chicas y tres chicos para conocerse en un país donde según cuentan ellos mismo la vida social está en un segundo plano.

La novedad es que no se pasan el día entero en la casa de diseño preparada para confinarse, sino que los participantes siguen haciendo su vida normal yendo a sus trabajos, viendo a familiares y amigos, y celebrando citas –algo que puede estirarse durante tres capítulos ya que son cortados hasta para eso– en bares y restaurantes de diferentes barrios de la ciudad tokiota.

Es decir, sólo se juntan –y no los seis– durante algunas comidas y los tiempos de descanso. Unas comidas en la que se puede ver cómo se preparan algunos platos de la cocina japonesa y en la que descubren, entre otras cosas, cómo hacerlos por ejemplo con aceite de oliva, algo que les llama la atención.

Ronda de tertulianos de 'Terrace House' Ronda de tertulianos de 'Terrace House'

Ronda de tertulianos de 'Terrace House' / Netflix

El programa, sin guión, transcurre lento y hay que mantener la expectación durante toda una temporada para observar a los concursantes haciendo algo 'tan peligroso' como darse la mano. Quizás lo interesante de este experimento es que no resista su comparación con Gran Hermano y los realitys a los que acostumbra la televisión española, pues en realidad la similitud es que conviven en una casa pero después hay naturalidad, hay respeto visto constantemente en gestos como taparse la boca al reírse no discutir a grito pelado o interpelarse sin insultos.

Por momentos, parece una película de la nouvelle vague francesa con un filtro de realidad moderno japonés y con los concursantes siempre pegados a un móvil o algún tipo de pantalla.

Otra cosa que llama la atención son los tertulianos del programa, sentados en sofás y en el suelo de un sala de estar. Aquí no hay jorgejavieres sino un grupo de presentadores, hombres y mujeres, con una ironía y unos comentarios más humanos que ponen al descubierto también el filtro japonés del respeto.

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