Celta-granada

Un Granada trivial (0-0)

  • El equipo de Caparrós obtiene un punto trabajado en Vigo. Deja buenas sensaciones como bloque, pero el ataque es inofensivo. Las mejores ocasiones, con los 'jugones' en el campo.

Del Granada de ayer pueden sacarse valoraciones positivas y negativas. Lograr los 'puntos de la leche' (Caparrós dixit) de esta forma lucen mejor que los de Eibar. Aunque el conjunto rojiblanco pudo también perder ayer con claridad, también pudo ganarlo igual. Lo que hay que distinguir es qué es lo importante. Que se pueda ganar y no se haga, o que se pueda perder y no se pierda. Para Caparrós es lo segundo. Quizás habría que probar a cambiar el orden de los factores para comprobar si también lo hace el producto. Hasta ahora, la cuenta es que con estas alineaciones se está a expensas de tu rival. Y si no marca, ya ponerse a mandar. Ayer salió bien, pero casi siempre el resultado es agua. Cuando pisaron el campo Rochina y Javi Márquez, el Granada tuvo las mejores opciones para marcar. Incluso que las del Celta. ¿Por qué no apostar por más juego de inicio? Ya se vio contra el Madrid y ayer. Con los buenos se puede ganar. Mientras tanto, Joaquín Caparrós sigue en sus trece, camino de igualar a Joseíto en el imaginario rojiblanco. Ayer obtuvo un aprobado raspado pero justo. Eso sí, con dos puntos de los últimos 21, algo debe cambiar. Así no da para salvarse.

La puesta en escena del Granada fue buena, pero no diferente a la de otras veces. Los rojiblancos volvieron a adelantar la presión en la salida de la pelota e incomodaron el juego de toque del Celta, pero de nuevo no se generaron acciones de peligro. Los vigueses, por su parte, tiraron de paciencia al inicio. Sabían que la batalla era larga y no se desesperaron ante el inicio rojiblanco. Se vio mejora en las segundas jugadas, donde por fin se vio al equipo conseguir llevarse algún rebote. Sin embargo, a poco que el Celta llegaba a las inmediaciones del área visitante, el Granada se aculaba en exceso. A los diez minutos encajó un gol anulado por claro fuera de juego de Sergi Gómez. Era ilegal, pero los de Berizzo entraron tocando hasta el área pequeña. Y con un error clamoroso de Roberto se alcanzó el cuarto de hora. La tontería fue de aúpa. Al sacar del área se confió, no golpeó la pelota, recuperó Orellana y a puerta vacía falló Pablo Hernández. Mejor imagen, sí, pero las ocasiones eran celestes.

Camino a la media hora de juego, ni Celta ni Granada maravillaron. Los dos se encontraban incómodos. Los rojiblancos estaban muy bien situados sobre el campo y obligaron al conjunto local a buscar más balones en largo que de costumbre. Moviendo la pelota a las bandas, lo mismo se abría alguna fisura en el entramado dispuesto por Caparrós.

El Granada supo cortar la chispa con la que debía arrancar el Celta. Sin embargo, la circulación de la pelota volvió a ser lo más deficiente de los granadinos. El equipo de Berizzo también supo invitar a los de Caparrós a tener la pelota. "A ver qué hacéis con ella", parecía decirles el Toto, sabiendo que ahí los automatismos del Granada para atacar son absolutamente inofensivos e inexistentes.

En dos minutos pudo cambiar el signo del partido. Roberto salvó casi en la línea de gol un cabezazo de Sergi Gómez a saque de esquina (32'). Y sin solución de continuidad, Estrada Fernández estuvo a punto de liarla pardísima. Pitó una inexistente cesión a Roberto de Nyom cuando estaba en pugna con un celtiña. En el saque, Orellana, por dos veces, estrelló el balón en la barrera y luego lo tiró alto. Había sobrevolado el fantasma del partido contra el Espanyol en casa del año pasado, y que costó la derrota con otra cesión inventada por el colegiado. ¿Por qué siempre le pitan al Granada esas acciones?

Antes del descanso hubo poco bagaje ofensivo más. El Celta, que se hizo con el control de la pelota pero sin que el dominio fuera abrumador, gozó de un tiro de Orellana tapado por Roberto. Ese tuvo algo de peligro, porque el único chut del Granada a la portería de Sergio Álvarez fue un tiro precipitado de El Arabi, muy lejos de la portería.

Es fácil imaginarse que en el descanso, Caparrós les dijera a sus chicos que un punto en Vigo era 'la leche'. Más que nada porque en el arranque se volvió a ver a ese Granada sin juego, totalmente encerrado en su campo, a expensas del Celta, y completamente nulo de medio campo hacia adelante. Como muestra, Córdoba tiró por primera vez entre los tres palos en una galopada. Nada parecido a un contragolpe.

Una batalla individualista y sin director de ataque que vive del desacierto del rival más que del mérito propio. De esa forma llegó la mejor oportunidad del Granada. Una recuperación de Iturra con un pase interior malo lo hicieron bueno Cabral y Hugo Mallo, que se liaron y permitieron que la lucha de Success tuviera premio: recuperación y pase de la muerte que marró, con la portería para él sólo, el recién entrado Rochina (62'). Sólo llevaba dos minutos sobre el césped. Respondió Nolito que sólo, pero muy escorado, no supo darle la rosca necesaria para superar a Roberto.

El 'plan Caparrós' en estado puro. Parecía estar saliéndole bien, pese a que para eso haga falta que te domine el rival. Metió a Javi Márquez una vez consideró que el Celta estaba cansado y el Granada tuvo quien diera balones con sentido hacia el marco contrario. Rochina tuvo el 0-1 otra vez en un mano a mano con Sergio Álvarez, al que dribló, pero se quedó sin ángulo para marcar o servírsela a Success.

El partido se fue muriendo con el 0-0 y Caparrós lo veía bien. Mejor conservar el punto que irse sin ninguno. Y más con el Celta desatado en los últimos cinco minutos tirando de corazón. Roberto evitó por partida doble que el chileno marcara. El Granada no tuvo ninguna.

Dos puntos de los últimos 21. Con esa racha, ni dando buena imagen. Las dobles figuras en la tabla llegan siete jornadas más tarde.

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