opinión

Miguel Ángel Fernández Madrid

El Albaicín, un barrio saqueado

EL trabajo de oposición a veces te ubica en un escenario contracorriente. Pareciese que es más fácil destruir, señalar o confrontar que buscar alternativas. A menudo es un reclamo, que más parece una frase hecha, eso de "Bien, ¿pero usted qué haría?"

Olvidamos en no pocas ocasiones, y tal vez porque la cultura democrática exige pedagogía, que la acción de la oposición tiene como primera tarea la de fiscalizar y controlar la acción de quien ejerce el gobierno, y que de los 90 o 100 puntos que tiene el orden del día de un Pleno, sólo 8 o 9 en general están pensados para realizar propuestas a dicho gobierno.

Este ha sido el escenario en nuestra ciudad desde hace ya más de una década. Una década donde a unos pocos les ha ido muy bien y a una gran mayoría menos bien, o directamente mal. La zona Norte de la ciudad es un lugar olvidado. La Chana un barrio en decadencia confiada en la solución que otorgaría la infraestructura ferroviaria para superar las fronteras físicas que han acrecentado durante tantos años dicha decadencia. El Zaidín, pese a mantener cierto brío comercial y una estructura asociativa más o menos potente, está afectado por zonas que muestran también un deterioro evidente. El centro histórico, poco a poco, ha dejado de ser un lugar habitado. Y el Albaicín, directamente, ha sido expoliado. Un saqueo continuo que todavía no ha finalizado.

Ciertamente, el Albaicín, emblema en el imaginario cultural e histórico de la ciudadanía, ha ido perdiendo todas las estructuras administrativas que se encargaban, con mayor o menor acierto, de su conservación. Una conservación que debía ser la base de su revitalización. Sin embargo, la conservación ha terminado en conversión: De un espacio habitado a un paraíso perdido.

Porque el valor del Albaicín, como territorio, se encuentra en su aspecto residencial. Y todo ello, en convivencia con los valores monumentales con los que uno se topa con sólo caminar por el barrio. Es en este valor residencial donde reside el valor patrimonial. Son los vecinos y vecinas las que cualifican los monumentos, el paisaje.

Desde el gobierno municipal lo residencial se ha convertido en un elemento residual y nos encaminamos irremediablemente hacia un parque temático donde el vecino y la vecina será sustituido por el turista. Por eso hablamos desde el grupo municipal socialista de mercantilización de un barrio, de un parque temático que, tal vez, nos deje ingresos unos años, pero perderemos el mérito patrimonial de este territorio.

En el Pleno del pasado mes de septiembre se aprobó la denegación de la modificación del Plan Especial del Albaicín que pretendía regular la compatibilidad y la complementariedad de usos de la edificación. En romance claro, la pretensión del PP era que las viviendas del Albaicín pudiesen convertirse de forma automática en hoteles o negocios hosteleros. De modo que si el Albaicín es un barrio que pierde población y envejece al mismo tiempo, esas casas tienen que ocuparlas turistas. Obviamente, lo razonable sería encontrar un equilibrio entre la llegada de turistas y de nuevos vecinos y vecinas al barrio.

Y el ejemplo de esta política del PP ha sido la Casa Ágreda. En 2008 ya intentó venderla. El uso entonces, y ahora, de este bien patrimonial del siglo XVI era docente. Torres Hurtado intentó cambiar este uso y que pudiese convertirse en un hotel. No lo logró y ahora se ha inventado la cesión del derecho de superficie con opción a compra. Da igual la importancia histórica de este inmueble patrimonial, da igual que allí pasara muchas de sus noches San Juan de Dios -los golpes de pecho ya se los dan ellos bajo palio y a la vista de todos- y, sobre todo, da igual que sea de titularidad pública. Da igual que en el último Pleno le propusiésemos que se buscara un solar para la ONG que lo va a adquirir y construyera un edificio para desarrollar sus fines sociales en un suelo público. Nada, Torres Hurtado dijo que se nos había echado el tiempo encima para protestar y que a buenas horas mangas verdes. Olvidaba el alcalde que desde 2008 grupos de la oposición y colectivos ciudadanos levantaron la voz tal y como hacemos hoy.

El parque temático ya es una realidad y la destrucción del Albaicín será imparable.

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