Señales de humo

José Ignacio Lapido

Subasteros adolescentes

NADIE que conozca medianamente las costumbres de ocio de buena parte de la juventud española puede escandalizarse por lo ocurrido en el episodio de granadinismo al cubo con el que nuestra ciudad ha aparecido en la prensa nacional: el simulacro de subasta de seis púberes granadinas en la discoteca Granada 10. Deduzco por ello que ni la Fiscalía ni el Ayuntamiento ni la ministra Aído tienen la más remota idea de a qué dedican su tiempo libre los adolescentes hispanos. Es evidente que desconocen lo principal, que éste es un país en el que la horterada es ley y donde la estulticia más llamativa es aplaudida por jóvenes y viejos. Lo siguiente será crear un Observatorio de Conductas Adolescentes Desviadas (OCAD), que es lo que se estila en estos tiempos obtusos, pero yo les propongo algo más barato: que salgan un sábado noche, visiten botellódromos, hagan cola para ir al servicio de cualquier bar de copas, escuchen las letras de los reggetones que se bailan en las discotecas y que luego confiesen si esta airada defensa de las buenas costumbres estaba justificada.

De acuerdo, fue una estupidez, pero no menos majadera que otras celebraciones jaleadas por medios e instituciones. Ya lo sé, eran menores, pero, que se sepa, ninguna de las chicas lo hizo a la fuerza: fue una almoneda voluntaria. Si una menor va a poder abortar sin permiso paterno, ¿por qué regla de la corrección política no va a decidir libremente que se puje simbólicamente por ella en público?

De entre todas las reacciones exageradas hay una que se ha llevado la palma, la del inefable Javier Arenas, quien pedía que cayera "todo el peso de la ley" sobre los responsables del supuesto crimen. ¿Cuánto pesa la ley para nuestro sempiterno candidato popular? ¿Pesa igual un kilo de cohecho y prevaricación de la trama Gürtel que mil gramos de juego memo en un antro de pijos? Tampoco las acusaciones de discriminación de género están justificadas; por lo que he leído ha habido paridad en la gilipollez: en una fiesta anterior habían sido varones los subastados.

En cualquier caso, lo que me ha dejado fuera de combate es que los solteros que pujaban eran estudiantes universitarios y lo hacían ¡con billetes del monopoly!

Más que por sus tesis doctorales, a muchos estudiantes granadinos se les conoce por su contrastada aptitud para organizar libaciones colectivas con las que han ocupado puestos de honor en el ranking nacional de mega botellones. Esto de la subasta light viene a acrecentar el prestigio del alumnado de la UGR en estas lides. Y luego dicen que no acaban las carreras porque hay demasiadas ofertas de diversión. Falso. Lo que hacen es aprender los rudimentos del capitalismo. Pero atención: en el monopoly también se puede ir a la cárcel.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios