ayer y hoy

José Luis Delgado granada

El beaterio de Santa María egipciaca

Habría que habilitar un nuevo beaterio como el de la santa de Egipto para encerrar a los golfos de España. Que recen el rosario de rodillas ataviados con jubón de estameña

Existió en Granada una institución religiosa situada en la calle Recogidas y fundada nada menos que en el siglo XVI. Era el llamado Beaterio de Santa María Egipciaca que se hizo especialmente popular por cuanto allí quedó recluida Mariana Pineda momentos antes de pasar a la cárcel para ser "ajusticiada" en el Campo del Triunfo aquel funesto 26 de mayo del año 1831.

A los granadinos nos resulta especialmente conocida la obra del autor teatral José Martín Recuerda, escrita en 1970 con el nombre precisamente de Las arrecogías del Beaterio de Santa María Egipciaca. La censura no permitió su estreno hasta 1977 porque en ella se recogía esa última etapa de la vida de Mariana Pineda en su lucha por la libertad contra el absolutismo.

La finalidad del beaterio era bien conocida; estaba pensado como cárcel o refugio para mujeres "descarriadas" que habían dedicado sus cuerpos a "torpes deleytes", se decía. Tarea difícil porque las casas de lenocinio en Granada desde el siglo XVI eran abundantes por lo que mujeres "en pecado" había bastantes. Lo que choca es que no hubiera otro beaterio para los hombres "descarriados" que visitaban esos lupanares.

Claro que los patronos fundadores fueron prohombres, arzobispos, jueces, secretarios de Cámara, etc. todos masculinos muy interesados en recuperar a las mujeres descarriadas. Hemos de situarnos en los años posteriores al Concilio de Trento.

El Beaterio granadino de Santa María Egipciaca, también llamado de las Arrecogidas o Recogidas, se ubicaba anexo a la Iglesia de San Antón y fue fundado en 1594. Razón por la que esta calle, antes llamada Verónica, pasó a llamarse Recogidas. Estaba regido por una madre rectora y atendido por otras mujeres ya arrepentidas que se dedicaban a los servicios de limpieza, dormitorios y cocina. Conocemos el nombre de la primera madre rectora; se llamaba María de la Concepción y sus métodos eran tan duros que fue acusada de malos tratos a las mujeres.

Las "descarriadas" que ingresaban en el beaterio eran obligadas a dejar sus pertenencias personales, no podían lucir ningún tipo de adorno, joyas, pendientes, etc., y habrían de vestir una especie de hábito, saya de lana, jubón de estameña y toca de lino.

Desde que se levantaban a las cinco de la mañana en verano y a las seis en invierno, pasaban el día ocupadas en tareas religiosas de santificación y sacrificio, rezos, adoctrinamientos, ayunos y obras de mortificación dirigidas al arrepentimiento a través del ejercicio espiritual y la lectura de textos cristianos como la Guía de Pecadores de Fray Luis de Granada. Eran obligadas a arreglar sus habitaciones y el resto del día dedicadas a coser y bordar. Lo que no parecía bueno era enseñarlas a escribir. Cualquier contacto con el mundo exterior podía ser pernicioso.

El beaterio pasó luego por varias vicisitudes; fue ocupado por los franceses; luego casa de vecinos; de nuevo beaterio en 1813 y después colegio de niñas. El final fue su derribo en 1958 para el ensanche y alineación de la calle Recogidas.

En recuerdo de aquella santa pecadora María Egipciaca o de Egipto que, arrepentida, se retiró a orar en el desierto, habría que levantar un nuevo beaterio en pleno desierto de Tabernas, no para encerrar mujeres descarriadas ni mártires de la libertad, sino para esos golfos "descarriados", llamados ahora corruptos, antes ladrones.

Que lo de "tabernas" les suene sólo a desierto, que recen a diario el rosario de rodillas, ataviados con su jubón de estameña y hasta que todo lo robado no lo devuelvan.

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