¡Viva Andalucía Libre!... ¿Y no podría ser Viva Andalucía Próspera?

Más allá del himno es un grito de otro tiempo, un anacronismo que hoy suena artificial, pues el problema es de igualdad con el resto de España

Susana Díaz ejerce el voto en las pasadas elecciones del 10 de noviembre.

Susana Díaz ejerce el voto en las pasadas elecciones del 10 de noviembre. / Julio Muñoz / Efe

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Viva Andalucía Libre es un grito de otro tiempo. Un grito del 4-D de 1977, con aquellas movilizaciones masivas para reclamar la autonomía, que era un modo de reclamar dignidad. Repetido más de 40 años después, suena artificial. Es más, el sintagma, en sí mismo, encierra una trampa porque Andalucía de hecho es Libre desde hace años. No hay nada que cuestione que se trata de una sociedad libre; y el cambio del 2-D de 2018 no ha mermado esa libertad en nada, e incluso resultó saludablemente oxigenador para un poder herrumbroso de tanta hegemonía continuada.

Así pues el ¡Viva Andalucía Libre!, más allá del himno, es un anacronismo, como puedan serlo los eslóganes de la Revolución Cubana. Otra cosa era cuando lo gritó Blas Infante, antes de ser asesinado por nacionalistas españoles en la carretera de Carmona. Entonces sí era necesario gritar ¡Viva Andalucía Libre! Aquel era el grito de las protestas campesinas desde la manifestación de Córdoba en 1919 para reclamar dignidad y rebelarse contra el caciquismo. Pero un siglo después, en 2019, desenfoca la realidad.

Hay quien recuerda el viejo grito para enfatizar su andalucismo, del bueno de Manu Sánchez a la bailaora Rocío Márquez, y tantos otros. Pero, más allá de ese gesto bienintencionado, hay que sospechar del ventajismo político en otros, desde Pablo Iglesias a Gabriel Rufián. Ahí está el diputado Pablo Honrubia: "Ayer asumí el cargo de diputado prometiendo por la memoria de García Caparrós. 42 años después, seguimos con los mismos problemas y las mismas razones para la lucha. ¡Viva Andalucía Libre!". Hombre, pues no, no seguimos igual, ni con los mismos problemas ni las mismas razones. Mensajes como éste proliferan en las redes: "Hay quienes quieren volver a ponernos las cadenas a los andaluces. Quienes cuestionan nuestra autonomía y nuestra nacionalidad, que conquistamos un 4 de diciembre de 1977... ¡Viva Andalucía Libre!". Hombre, pues tampoco, incluso ¡cadenas!, qué cosas.

Hay un caudal de retórica en torno al grito de ¡Viva Andalucía Libre!, más que nada desde la izquierda. El resultado puede ser muy irónico: "42 años después seguimos siendo la comunidad más pobre y la más humillada por el resto de España. Parece que nos importa poco. Viva Andalucía Libre". Bien, el pequeño detalle es que durante todo este tiempo ha gobernado la izquierda, y ha sido tanto tiempo como dura un franquismo. A algunos dirigentes socialistas que se han apuntado al coro con oportunismo, de Verónica Pérez a Miguel Ángel Heredia, les ha caído un buen puñado de zascas: "Sí, Libre de 40 años de socialismo".El problema de Andalucía no es la libertad, sino la igualdad. Y hay necesidad de progreso, de convergencia con España y Europa. Eso es lo que hay que demandar, y por lo que hay que trabajar... Si uno tuviera que gritar algo, a estas alturas casi mejor gritar ¡Viva Andalucía Próspera! o ¡Viva Andalucía Igualitaria! o ¡Viva Andalucía Modernizada! Suena más cercano a la realidad... y al siglo XXI.

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Malas noticias para el PSOE, y no va a haber suficiente bandera blanca y verde en la que envolverse frente a eso. El calvario penal toma inercia. La antigua cúpula de la UGT se ve más cerca del banquillo en un juicio por el fraude de 40 millones en facturas falsas para quedarse presuntamente con ayudas de la Consejería de Empleo. La descripción del magistrado es demoledora. Desde hace años, la sombra del fraude en las ayudas públicas persigue a UGT, al que se acusaba de quedarse con el 20% de las ayudas para formar parados, y esas sombras ya les pisan los talones. Concretamente los talones bancarios. Un escándalo formidable. Entretanto, esta misma semana, el juzgado de los ERE de Sevilla abre una nueva causa contra el ex presidente Chaves y otros cargos de la Junta, como Zarrías, Viera o Vallejo, por delitos de prevaricación y de malversación por un préstamo de casi mil millones de pesetas a una cárnica de Jaén. El hilo parece tener mucho carrete.

Ante ese tsunami no bastará con parapetarse detrás del grito de "igualdad y dignidad" del 4-D, como ha hecho Susana Díaz, a la que por cierto se acusa de ocultar ese expediente completo al juzgado que lo investigaba. La ex presidenta ha recordado en Antequera que "el pueblo andaluz le dio una lección a la derecha que decía que la autonomía no era el camino". De momento, si el PSOE aspira a resistir lo que les viene, más vale que haga oposición a que haga eslóganes. Como ese pleno extraordinario sobre la sanidad fundamentado en la gestión caótica del Gobierno del Cambio. Es ahí, en el terreno factual, en el capítulo de los hechos y no de la retórica, donde podrá plantar batalla... atacando flancos débiles como la ejecución presupuestaria, que después de tantas lecciones dictadas desde el Gobierno del Cambio apenas mejora alguna décima, o los dos millones del Pacto de Estado contra la Violencia de Género que Empleo admite no haber gastado. Eso sí, de momento parece antídoto insuficiente para afrontar la gangrena.

Bendodo ya les anunció que esto da para dos legislaturas. El PP está rescatando además viejos titulares, y viralizándolos, como aquel de Tres cuñados y el marido de Susana Díaz trabajaron en empresas subvencionadas por la Junta de Andalucía, del día en que habló del "tieso" para desviar los focos. Y Cs otro tanto, con mensajes más descarnados que los del propio PP. Su portavoz parlamentario decía esta semana, con motivo del 2-D, que "Hace 1 año Andalucía dejó de estar en manos del #PSOE y volvió a las manos de los andaluces", típico mensaje populista sobre el pueblo secuestrado por un establishment. También ha dicho: "La cruz fueron 37 años socialistas. La cara hoy son 10 meses de Gobierno", que no deja de ser un modo de llamar estúpidos a lo andaluces por votar mal tantas veces. Son mensajes populistas más bien ramplones (¡quién ha visto y quién ve a Cs convertido al populismo!) pero el PSOE está tocado. Y aunque de momento las reprobaciones masivas de Adelante Andalucía hayan pinchado, no parece que Teresa Rodríguez vaya a claudicar hasta cobrarse la de su odiada Némesis socialdemócrata.

Susana Díaz quiso tranquilizar a los suyos diciéndoles que el ruido de la sentencia pasaría después de Navidad. Nunca se le ha visto tan ingenua o tan engañada como en ese instante. Esto va a durar años; y los partidos de San Telmo van a ocuparse de que sea así, como garantía para mantenerse en el poder. En el PSOE van a necesitar mucho más que la bandera del andalucismo.

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Ese andalucismo melancólico que regresa a 1977 a buscar el espíritu perdido parece mirarse en otras comunidades a las que el nacionalismo les ha mantenido más cohesionados como sociedad y mejor pertrechados para sus demandas al Estado. En realidad, en Andalucía nunca ha habido nacionalismo, aunque sí hubiera algunos nacionalistas. Por el contrario, sí que hay localismos fuertes. Los andaluces antes que andaluces son gaditanos, granadinos, sevillanos, malagueños, cordobeses... Si el discurso del nacionalismo no ha arraigado nunca, los localistas sí, y además aprovechando la dialéctica centro-periferia típicamente nacionalista. Más que pelear juntos contra Madrid, aquí se pelea por separado contra Sevilla, es decir, contra la Junta.

En muchas ciudades andaluzas ha habido alcaldes más o menos oportunistas que han usado el discurso victimista del agravio para sacar réditos electorales. Pero si eso ha ocurrido es porque la Junta además daba motivos con un modelo demasiado centralista. En una comunidad con el tamaño y la población de Portugal o Austria, un aparato excesivamente capitalino ha generado mucha desconexión con la autonomía. Ese centralismo ha favorecido el localismo, un mal cóctel que ha fomentado que los discursos andalucistas se debilitaran. Ahí está el Eje Sevilla-Málaga planteado hace pocos años para dejar de competir y buscar sinergias. ¡Por fin cierta inteligencia!, se exclamaba. Pues bien, esta semana De la Torre, en un desayuno informativo del Grupo Joly, ha dado por liquidado el eje estratégico. Como canta Sabina, ha durado "lo que duran dos peces de hielo en un güisqui on the rocks".

Hay quien se malicia que obedece la consigna partidista de no dar ni agua a Espadas, a quien se ve como Caballero Blanco en la sucesión de Susana Díaz, un tapado que aparecerá durante el proceso. Pero esa hipótesis es pura filfa. No va por ahí. Irónicamente De la Torre, que tanto partido sacó al localismo contra la Junta cuando gobernaba el PSOE, de lo que se queja ahora es del localismo de los otros. Él sostiene que siempre apoyó las iniciativas de otras ciudades; y se sintió abandonado cuando promovió la candidatura de Málaga como sede de la Agencia Europea del Medicamento tras el Brexit: "Me encontré solo". Y apunta al Eje. En fin, parece una broma del destino que el alcalde que construyó su leyenda con el localismo acabe arrojando la toalla harto del localismo. Por supuesto harto del localismo de los otros. En todo caso, la desvertebración andaluza es uno de los grandes fracasos de la Junta en estos 40 años. Con tanto centralismo y tanto localismo, cómo podría haber andalucismo... y cómo va a cobrar fuerza Andalucía.

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