Ruta salvatge | Crítica

Un western en la Cerdaña

Sergi López y Montse Germán en una imagen del filme de Marc Recha.

Sergi López y Montse Germán en una imagen del filme de Marc Recha.

Joven promesa de aquel cine de autor español de los noventa hecho desde Cataluña (El cielo sube, El árbol de las cerezas, Pau y su hermano), Marc Recha regresa a la cartelera nacional con un filme que se mueve a mitad de camino entre el estudio de personajes y una relación materno-filial, la observación del paisaje natural de la Cerdaña gerundense y una inopinada incursión en las claves del género a través de una trama criminal protagonizada por dos matones serbios llegados a la comarca que parecieran salidos de una película de los Coen.

Con esos mimbres, el director de Las manos vacías, Días de agosto y Petit indi aspira a trenzar una suerte de western montañés de cocción lenta donde el cariño por sus personajes solitarios y marginales, con una Montse Germán como madre soltera y mujer en busca de amor y un Sergi López como amigo leal y enamorado no correspondido, se revela mucho más interesante que esa otra trama en paralelo e inevitablemente cruzada donde la presencia de dos extraños violentos altera y extorsiona la rutina del lugar.

Recha les presta a estos últimos demasiada atención con un impreciso tono de humor negro que no termina de funcionar ni por separado ni en el conjunto del filme, y tal vez no ahonda lo suficiente en esos vínculos secretos y ese pasado arrastrado que condiciona a sus otros protagonistas, especialmente a esa mujer cuya biografía no termina de pesar lo suficiente en el calado emocional de sus conflictos morales, actos y decisiones.