obituario

Una gran ausencia junto a la Virgen del Rosario

  • Este Miércoles Santo se notará en la cofradía dominica el vacío que dejó el capataz Paco Toro, fallecido en septiembre de 2016

La Virgen del Rosario.

La Virgen del Rosario. / g. h.

Este Miércoles hay cosas que no volverán a ser las mismas. Si el año pasado se estrenaba una presencia -la del nuevo palio de los Estudiantes-, éste lamentamos una ausencia. No son comparables ambos hechos porque afortunadamente lo primero lo disfrutaremos nuevamente custodiando la belleza universitaria de la Madre de los Remedios. A Paco Toro nadie lo puede sustituir y se añorará la templanza e ironía con la que afrontaba la vida, en especial lo que emanaba de las cofradías a las que tanto quiso. Aunque alejado del terno negro desde hace unas semanas santas, a este capataz perpetuo, como lo fue su suegro, el maestro Antoñín, se le echará mucho en falta hoy en Santo Domingo como el buen guía que siempre fue delante del palio de los rosarios engarzados a los varales de la Dolorosa dominica.

Afable, conversador y muy generoso -cuántas veces dio a quienes lo necesitaban-, Paco Toro se marchó repentinamente una tarde de septiembre al tiempo que se presentaba el cartel que anunciaba la salida de la Patrona. Hombre de profundo amor mariano, la devoción de su alma la repartía por la trianera calle Pureza donde habita la dulce palestina que preside el cartel que seguirá alumbrando de Esperanza el puesto de fruta que regentaba junto a su esposa en el mercado de abastos de San Agustín. La Soledad de Santo Domingo -la gran devoción de su familia política-, la Misericordia y, cómo no, la Virgen del Rosario en sus misterios Dolorosos ocuparon también su buen corazón.

Memorable fue el Miércoles Santo que afrontó con soltura, la que dan los años de experiencia mandando un paso, la rotura del palio dominico. Se partió un varal y a la Catedral llevó la cuadrilla sin percance alguno hasta que despojada de su techo volvió la dolorosa tan arropada de bulla como siempre. Pese a la tristeza del día en muchos recuerdos de quienes le querían tanto, si suena La Estrella Sublime esta noche habrá que mirar al cielo porque Paco habrá pedido desde allí la marcha que tanto le gustaba. ¡Cómo no iba a sonar tras el Rosario volviendo Ella a tu Realejo!

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