Cómic

Nacerá un creyente

  • El autor de cómics Patrick McDonnell regresa a uno de los momentos más importantes de su vida, esa infancia en la que descubrió un maravilloso universo

Encabezamiento de la portada del cómic.

Encabezamiento de la portada del cómic.

Si hay un sentido que nadie debería perder y que, por desgracia, solemos dejar en el camino cuando la madurez nos alcanza, es el de la maravilla. Poder ver, disfrutar de cosas, momentos, con ojos nuevos, limpios.

No sé a vosotros, pero el que aquí suscribe recuerda uno en especial, que le transporta a aquella casa, la de su tía abuela y sus primos, donde acudía de visita muy a menudo. Un día, sentado y aburrido en un sofá, alzó la vista hacia la parte superior del mueble del salón y allí vio algo que le llamó poderosamente la atención. Eran unos tomos de pequeño formato, y en sus lomos leyó unos nombres que hasta entonces no había conocido. El Hombre Araña, Los Cuatro Fantásticos, La Masa, El Hombre de Hierro… Y así un puñado más.

Por desgracia, su corta estatura y la altura a la que se encontraban esos tomos, los hacía inalcanzables, por lo que cuando llegó su primo mayor le preguntó si podría dejarle ver uno de ellos, hecho éste que, por la expresión del joven, no le hizo demasiada gracia ya que, como sabría mucho más tarde, guardaba aquella colección de cómics como oro en paño.

Pero sí, al final, después de varias visitas y ruegos más, con la seguridad de que no los estropearía, el joven cedió y, de manera casual, cogió uno de aquellos volúmenes y se lo entregó al chavalín que, incrustado entre los cojines del sofá, abrió los ojos como nunca lo había hecho hasta entonces, y se dispuso a sumergirse en aquellas páginas en blanco y negro, desconociendo que la mayoría de las viñetas estaban remontadas, pero disfrutando de una experiencia que, sin él saberlo aún, le marcaría de por vida.

Sí, yo soy ese chaval, y el tiempo ha pasado, pero aún me emociona recordar mi primer contacto con los comics de la editorial Marvel.

Pero claro, obviamente, no soy el único al que le ha pasado esto. Y este libro, creado por el famoso autor de las tiras cómicas de Mutts, Patrick McDonnell, viene a demostrar el (positivo) shock que supuso para miles de niños, en este caso estadounidenses, la existencia y descubrimiento de este universo único, en el que sus héroes se conocían y en muchas ocasiones compartían aventuras juntos, los llamados team ups.

El maravilloso momento que supone mirar una página de unos genios de las viñetas como Jack Kirby, o Steve Ditko, te marca a fuego, y McDonnell les hace un sentido homenaje utilizando aquellas viñetas, convirtiéndose en un narrador más en las peripecias de esos personajes, que de pronto, sin poder controlarlo, ven como el mundo se viene abajo, poseído por una violencia que los hace enfrentarse entre ellos.

Tan solo Reed Richards, Mister Fantástico, será el testigo que algo extraordinario, único. Y es que una entidad que nunca interactúa con los humanos le servirá de guía en ese camino hacia el descubrimiento, en el que deberá hallar una solución al tremendo conflicto que le rodea.

McDonnell, con un estilo de dibujo que rememora a aquellos primeros y juveniles intentos de llevar a las páginas las aventuras de sus héroes preferidos, nos transmite una lección de vida, y no lo hace solamente en lo gráfico, ya que intercala frases que sirven como guía filosófica, tanto para el lector como el protagonista de este cómic.

Un regreso a la básico, a lo inocente, sin que por ello pierda peso ni importancia, en un trayecto nostálgico que seguro que tocará la fibra de muchos de vosotros.

A mí me ha pasado.

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