Incendio Los Guájares

"El incendio fue muy virulento y en cuestión de segundos todo estaba ardiendo. Aquello se convirtió en el mismísimo infierno"

"El incendio fue muy virulento y en cuestión de segundos todo estaba ardiendo. Aquello se convirtió en el mismísimo infierno"

"El incendio fue muy virulento y en cuestión de segundos todo estaba ardiendo. Aquello se convirtió en el mismísimo infierno" / Alba Feixas

Un año. Hace justo un año Antonio González tenía prisa por terminar un par de 'cosillas' que estaba haciendo en el pueblo para volver, como cada día, a su cortijo. Charlar con los vecinos, ver el estado de sus plantaciones, darle de comer y jugar un rato con sus perros, enterarse de lo que pasa en el mundo gracias a su querida radio de fondo, simplemente seguir disfrutando de la jubilación que tras muchos años de trabajo y esfuerzo, se había preparado poco a poco para disfrutar. Hace justo un año, Antonio, tuvo que irse de su cortijo, casi de forma apresurada, porque había quedado con su cuñado para levantar un tabique en una nave, sin esperar que, tan sólo 10 minutos después recibiría la llamada de un sobrino alertándole de que había fuego en el Barranco Girón. "Tuve suerte. A los 10 minutos de pasar por allí me avisaron de que todo había empezado, si me llega a pillar bajando, no lo cuento. No hubiese habido forma de dar la vuelta, el incendio fue muy virulento y en cuestión de segundos todo estaba ardiendo. Aquello se convirtió en el mismísimo infierno". 

El 8 de septiembre de 2022 es una fecha que muchos difícilmente olvidaran. Un poco antes de las dos de la tarde saltaron todas las alarmas. Un incendio forestal declarado en el término municipal de Los Guájares, hizo temer lo peor por lo complicado de su topografía y la gran extensión de monte con bosque, multitud de hectáreas de fincas y la cercanía de las llamas con Guájar-Faragüit y Guájar Alto. El fuego iba cada vez a más, y el resto de la historia es conocida. Más de un mes de incendio hasta que se dio finalmente por extinguido y que afectó a una superficie de 5.194 hectáreas de cinco municipios del Valle de Lecrín y la Costa -Los Guájares, El Pinar (Pinos del Valle, Ízbor y Acebuches), Albuñuelas, El Valle (Restábal y Saleres) y Vélez de Benaudalla-, cuantiosas pérdidas materiales y un daño medioambiental incalculable. 

Trescientos sesenta y cinco días después, la vegetación se abre tímidamente paso, se retiran aún árboles quemados y se construyen diques de contención en diferentes puntos. Aunque en el Barranco Girón el tiempo parece haberse congelado. La radio suena de fondo. Antonio González se sienta en una butaca en el salón del cortijo, recuerda con tristeza en los ojos cómo pasó todo, mientras repite en varias ocasiones que es todo una ruina. 

"Me costó digerirlo durante unos segundos, pero rápidamente llamé a Marcos -un trabajador y compañero- que se había quedado en la finca para decirle que se fuera rápidamente montaña arriba. Yo estaba en shock, no me lo creía, ni siquiera me acerqué a la carretera para ver cómo iba la cosa, algunos compañeros me avisaron de que aquello iba a ser nuestra ruina, pero cuando pude acceder dos días después, vi que era más de lo que me habían dicho", recuerda Antonio apesadumbrado. Trece de las catorce hectáreas de subtropicales que tiene, se quemaron. Hasta el mismo día del incendio cuidaba de forma diaria unos 3.000 árboles de aguacate, algunos de ellos con cerca de cuarenta años, unos 500 olivos y entre 80-90 frutales para consumo propio. Ahora el campo se ha llenado de árboles cortados, otros intentan sobrevivir a duras penas por pequeños resquicios que se salvaron, aunque las cortezas están chamuscadas y tiene puestas las esperanzas en nuevos injertos que no terminan de cuajar, calcula que, con suerte, se podrá recuperar un 30% del cultivo. La falta de precipitaciones no ayuda. Y aún a día de hoy se pueden ver los restos del incendio en algunos aguacates carbonizados que continúan esparcidos por el suelo. 

Antonio y Marcos en la finca Antonio y Marcos en la finca

Antonio y Marcos en la finca / Alba Feixas

Desde el 81, que regresó con su familia de Barcelona, lleva trabajando e invirtiendo, poco a poco, en su finca. "El campo siempre me ha gustado y me hacía ilusión tener unos terrenos con mis árboles. Un amigo me decía que menuda jubilación me estaba buscando, que esto era una ruina. Lo tenía todo pensado, mis árboles y mi campo, una vida entre Guájar Alto y Granada y de vez en cuando viajar con mi mujer para disfrutar de la vida y ver a la familia, y en minutos desaparece todo. Mi amigo tenía razón, menuda jubilación me he buscado", lamenta. Sin embargo el incendio continuó varias semanas más. "Es algo que la gente del pueblo seguimos sin entender. ¿Cómo es posible que avanzase tanto, arrasar tantísimo terreno y casi regresar al mismo sitio? No lo entendemos", añade. 

¿Vuelta a la normalidad?

El 20 de octubre se da oficialmente por extinguido. Comienza entonces la otra gran lucha: recuento real de daños e intentar volver de alguna forma a la normalidad. Aún con el incendio candente por otros flancos, algunos agricultores comienzan a retirar kilómetros de goma quemada, utensilios reducidos a ceniza o frutos extraviados. 

"Se quemó toda la instalación de riego, es una de las primeras cosas que hicimos, cambiar todo el sistema. He podido comprar más de 50.000 metros de goma para reponerlo todo, no podíamos permitirnos que las pocas plantas que se habían salvado se perdiesen por la falta de riego, además de refrescar las quemadas para ver si alguna brotaba. Solo con ese trabajo ya hemos estado bastante ocupados, luego había que esperar para ver como evolucionaban las plantas y cortarlas para recuperar lo posible", cuenta González quien reconoce que lo mejor hubiera sido "cortar por lo sano y empezar de nuevo". Antonio hace una pausa, toma aire y tras dirigir la vista hacia la ventana del cortijo, desde donde se ve una parte del espacio natural, añade que tendrán que tener paciencia, "esperar, no nos queda otra, esperar y ver qué se recupera". 

Han cortado muchos de los árboles Han cortado muchos de los árboles

Han cortado muchos de los árboles / Alba Feixas

Las cuentas no salen. El año anterior al incendio recogieron unos 80.000 kilos de fruto, el año pasado, después del incendio fueron unos 2.000 kilos y esta temporada no cree que sean muchos más. "No sé si estaré para ver como se vuelve a cosechar lo mismo que antes de que todo esto pasara. Esto no se recupera en tres o cuatro años, ahora mismo estamos agotando las reservas que nos quedan, no podemos tirar la toalla, pero no quiero hacer números, es mejor no pensar en eso porque si no, si es verdad que no sé dónde meterme".

Pasado un rato, llega Marcos Mancilla. El incendio le pilló en el cortijo, tuvo que dejarlo todo abierto y salir corriendo montaña arriba. "Vi que el fuego venía que se las pelaba para arriba, lo dejé todo y me fui corriendo. Había tramos con grandes llamaradas, veía como las piñas saltaban. No creía que se iba a quemar esta finca, la parte baja si, pero esto no. La única salida era por un carril que hay por arriba, estaba en mal estado, pero suficiente para poder pasar, menos mal que no estaba cortado". 

Al hilo, siente como ha quedado todo. "Lo veo todo penoso, está todo quemado, y hay algunas plantas que se ven verdes por fuera pero no están bien, por dentro están acabadas". 

Aún se pueden encontrar aguacates quemados por el suelo Aún se pueden encontrar aguacates quemados por el suelo

Aún se pueden encontrar aguacates quemados por el suelo / Alba Feixas

La falta de precipitaciones y las altas temperaturas no han ayudado tampoco a favorecer la regeneración.  Al igual que antes del incendio, la vegetación ha sufrido un gran estrés hídrico, con más de 40 días, la mitad del verano, afectada por las distintas olas de calor, lo que le ha impedido recuperar humedad durante los periodos nocturnos. Así, la disponibilidad del combustible ha sido absoluta. 

'Oasis Perdido'

Hace pocas fechas fuentes de la Guardia Civil anunciaron que se había detenido a un hombre de 62 años que había sido bombero forestal y que, en la fecha del suceso trabajaba en labores de prevención, como presunto responsable del incendio. Una detención que llegaba después de un año de investigaciones en una operación bautizada como 'Oasis Perdido' a cargo de la Policía Judicial Medioambiental del Seprona, y en el que ha sido clave la geolocalización, el cruce de datos y los testimonios. El detenido se enfrenta incluso a penas de cárcel en el caso de que se demuestre su responsabilidad en este incendio "intencionado".

Una detención que ha sido también muy comentada. "Ahora mismo sabemos poco, sabemos lo que se dice por los medios de comunicación, pero ojala no sea cierto, sería una decepción mayor saber que ha sido un vecino del pueblo, prefiero pensar que no ha sido. Aquí estamos muy concienciados con el medio ambiente y sabemos que los nacimientos de agua se mantienen gracias a que los bosques retienen el agua de la lluvia, si no se retiene una gota nos podemos convertir en un territorio de secano, y pensar que alguien de aquí haya podido hacerlo, no nos entra en la cabeza", concluye. 

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