Literatura

Los libros de toros toman la palabra

  • Mientras disminuyen las cifras de público en las plazas, aumentan las publicaciones sobre la materia, en especial biografías de grandes maestros y miradas al pasado

Morante de la Puebla sale por la Puerta del Príncipe de la Maestranza en la pasada Feria de Abril.

Morante de la Puebla sale por la Puerta del Príncipe de la Maestranza en la pasada Feria de Abril. / Juan Carlos Muñoz

La celebración de corridas de toros ha padecido serias dificultades en los últimos años. Como consecuencia, cabía esperar que este distanciamiento de los aficionados, y la actitud más combativa de los adversarios de la fiesta, se reflejaría también, de manera negativa, en las restantes actividades que hasta ahora habían alimentado el calor que, a su alrededor, irradiaba la fiesta. Y, por ello, era lógico sospechar que la publicación de libros propios se habría retraído. Pero no. Por un extraño sistema de compensación, a menor ilusión y presencia de público en los tendidos de las plazas, ha correspondido un mayor aprecio por los libros publicados. Lo cual tal vez sea indicio de una ampliación del número de lectores que se refugian, en casa, para leer y conocer cosas del pasado, recuerdos antiguos o biografías de viejos toreros idolatrados, como forma de recuperar vivencias con las que satisfacer una actualidad carente, a veces, de arrastre y de fuerza.

A esta situación general de letargo se une la frialdad y la nostalgia que despierta en el aficionado estos meses sin espectáculos en las plazas. Una ocasión propicia, pues, para aliviarse, acercándose al escaparate de alguna de esas buenas librerías que aún tienen y venden libros de toros. En esta época invernal, las cubiertas de libros de toros, colocados en sus estanterías, pueden ser vistas como incitantes carteles de corridas, llenos de promesas, que abren la posibilidad de revivir pasadas tardes de toros. Para ayudar en esa búsqueda de compensaciones se ofrece aquí un breve recorrido –con ligeras indicaciones– de los libros publicados en los últimos meses, por si acaso animaran a una lectura que mantenga las ilusiones en esta época de plazas vacías. Y, al mismo tiempo, confiando que, esa compra, ayude a los autores y editores que invierten tiempo, esperanzas y dinero en enriquecer la bibliografía taurina, poniendo nuevos títulos a disposición de aquellos aficionados que antes eran ávidos lectores. Desde comienzos del siglo XIX, la crítica taurina ha llenado gracias a sus colaboradores páginas y páginas de periódicos y revistas especializadas. Y ya, desde mucho antes, se publicaron preceptivas y reglas de torear. Por tanto, existe una larga tradición de libros de toros que se ha prodigado entre una afición que no se resignaba solo a ver, quería también conocer la fiesta por dentro, gracias a la literatura.

'Chicuelo, el arte de inventar'. 'Chicuelo, el arte de inventar'.

'Chicuelo, el arte de inventar'.

Por eso, debe empezarse este recorrido resaltando el fenómeno más significativo: una nueva editorial privada (gracias a la iniciativa de David González Romero y Fernando González Viñas), llamada El Paseíllo, ha tenido el atrevimiento de apostar por la publicación exclusiva de libros de toros. Un atrevimiento que ya aparece consolidado, dada la regularidad ofrecida hasta ahora por sus títulos –varios al año–, el buen criterio en la selección, y la marcha de las ventas. Buena señal. Entre estos títulos figuran dos dedicados al retrato-entrevista, enfocando a diestros con reconocido prestigio. A este repertorio responde el libro de Zabala de la Serna y José Aymá: Ya nadie dice la verdad. Diálogos íntimos del toreo. Con la colaboración y prólogo de Antonio Lucas, y el de Andrés Amorós: La inteligencia del toreo. De Marcial Lalanda a Vargas Llosa. Dieciocho retratos de grandes maestros de la tauromaquia. Este tipo de diálogo literario permite evocar la imagen de una serie de figuras, unas en activo y otras ya retiradas. Con libros así, los diestros, gracias a la palabra canalizada por los entrevistadores, cobran una cercanía que agrada al aficionado. El ídolo se convierte en un hombre de la calle, abriéndole al lector una parte no conocida de su intimidad.

En esta misma línea se adentró un periodista, Marino Gómez-Santos. Cultivó la entrevista como género habitual en su carrera profesional. En seis entregas recogió, en el diario Pueblo en 1959, las impresiones obtenidas tras conversar numerosas horas con Antonio Ordóñez. Posteriormente amplió el contenido de aquellas páginas iniciales para convertirlas en un libro que quedó acabado, pero sin publicar. Al morir Gómez–Santos, en 2020, su hijo encontró el manuscrito y se ha editado finalmente en Renacimiento, con introducción de Carlos Abella. Antonio Ordóñez ya contaba con una amplia gama de libros destinados a desentrañar la hondura y poder de su toreo –entre ellos, el realizado por Hemingway–, pero, gracias a la recuperación de estas páginas traspapeladas, los aficionados podrán comprender la mentalidad y el talante del gran diestro de Ronda.

El diestro Antonio Ordóñez, junto a su amigo Ernest Hemingway. El diestro Antonio Ordóñez, junto a su amigo Ernest Hemingway.

El diestro Antonio Ordóñez, junto a su amigo Ernest Hemingway.

Contar la vida de un torero famoso es otro género que ya, desde los años de Pepe-Illo y Pedro Romero, tuvo buena acogida. Conocer los pasos de un diestro –cómo se hizo, qué pensaba de su oficio, cómo vivió– ha despertado gran interés literario en sus seguidores. Por fortuna, Paco Aguado lleva años entregado a esta misión, mostrando facultades para indagar, criterios para discernir los rasgos distintivos de un diestro y, sobre todo, una escritura fluida para trabar bien sus datos. Su espléndida biografía, Joselito El Gallo, rey de los toreros, ha exigido, dada la demanda, otra edición (El Paseo), y otro tanto ha sucedido con otro libro, Por qué Morante (Antes y ahora), que ha sido actualizado y publicado nuevamente, con prólogo de Agustín Díaz Yanes (El Paseíllo). Como consecuencia, cabe señalar que, en pocos años, Paco Aguado tiene ya un público adepto, que le sigue y lee con fidelidad. Expectativas que también ha confirmado con las cuatro ediciones de Historias del toreo que nunca se contaron (El Paseíllo), un buen ejemplo de cómo unos acontecimientos taurinos bien entrelazados con fenómenos políticos y sociales, oportunamente elegidos, se enriquecen mutuamente. En este aspecto, esta manera de contar la historia del toreo de Paco Aguado recuerda las mejores páginas de Néstor Luján, en las que sabía aunar gran cultura, habilidad expresiva y amplios conocimientos taurinos.

Una larga tradición de libros de toros se dirigía a una afición que no se resignaba solo a ver

Las autobiografías de lidiadores, más o menos consagrados, han sido frecuentes, pero casi siempre preparadas y condicionadas por la mediación ajena de la pluma de un profesional de las letras. Por eso mismo, Capas de olvido. Desde las playas de California a las profundidades del toreo, con prólogo de José Tomás e introducción de Paco Aguado, también editada en El Paseíllo, merece ser leída como un testimonio aún más valioso por su carácter único. Ahí el torero y el escritor se confunden y comparten una misma satisfacción a la hora de torear y recordar por escrito lo vivido ante el toro. Con vocación encomiable y entrega igualmente ejemplar, su autor, Robert Ryan –un norteamericano capaz de superar las dificultades derivadas de una supuesta falta de raíces geográficas para hacerse torero– ha convertido su vida en literatura, complementada con apuntes pictóricos de su propia mano.

Otro deseo, el de extraer las corridas de toros de su aislamiento –es decir, el no considerarlas solo como un espectáculo ensimismado– ha movilizado a otros autores y, consecuentemente, ha obtenido buena acogida en El Paseíllo. Tal es el caso de La música cantada del toreo. La Tauromaquia en la cultura pop, obra escrita por Eduardo Osborne Bores y El Cordobés y el milagro pop, de Fernando González Viñas. Dos libros provocadores y polémicos, pero, por eso mismo, necesarios en la situación apagada que prevalece en la tauromaquia.

En otra perspectiva orientada a cubrir las necesidades de otra clase de lectores, facilitando una reflexión más crítica, debe recordarse la recuperación por Renacimiento de los textos de Ortega y Gasset reunidos en el volumen La caza y los toros, publicado, además, incrementando aún más su interés, con una esclarecedora y brillante introducción de Víctor J. Vázquez. Y, en esa misma tónica ensayística, la misma editorial ha publicado el libro de Alonso Verdoy Blanco, El toreo, arte y mito.

La novela de ambientación taurina ha proporcionado apreciables títulos a la narrativa española. Como documento idóneo para revivir el pasado, la novela merecería mayor atención en momentos en los que la melancolía se cierne sobre muchos aficionados. Cuando menos, en este último año se ha producido el merecido rescate, en Renacimiento, de la obra Luna y sol de marisma, aparecida en 1930, del novelista sevillano José Mas, próximo a los criterios naturalistas de Blasco Ibáñez. Sus muchas virtudes literarias se encarga de explicarlas en un espléndido prólogo Jacobo Cortines. Justifica su lectura por ser el más fidedigno testimonio narrativo de la vida y crianza del toro de lidia en la marisma del Guadalquivir. A este respecto, sorprende y anima que una editorial como Athenaica, con criterios tan selectivos en sus colecciones, haya dado entrada en su catálogo a la investigación de Alberto González Troyano sobre la novelas de la torería. Se trata de El torero, héroe literario, que llevaba agotado tres décadas y reaparece avalado con prólogos de Fernando Savater y Félix de Azúa.

Eduardo Osborne es autor de 'La música cantada del toreo'. Eduardo Osborne es autor de 'La música cantada del toreo'.

Eduardo Osborne es autor de 'La música cantada del toreo'. / Juan Carlos Muñoz

Para finalizar, debe señalarse que la Fundación de Estudios Taurinos ha respondido a sus citas habituales con los lectores, con los libros: Toreo y Sociedad en la revista “El Ruedo”, de José Luis Ramón, y Chicuelo, el arte de inventar, volumen colectivo, coordinado por Diego Carrasco, dedicado a estudiar y analizar el toreo del célebre diestro sevillano. Ambos títulos en coedición con la Universidad de Sevilla. De esta misma Fundación han aparecido dos entregas de la Revista de Estudios Taurinos, dirigida por Víctor J. Vázquez. El n º51, con una parte monográfica dedicada a El Torero y su Corte. Círculos intelectuales y personalidades taurinas, y el 52, de carácter misceláneo, con dibujos de Fernando Clemente. Publicaciones editadas con el patrocinio de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla.

Es posible que algún nuevo título, por desconocimiento u olvido, no figure en este breve recuento. Pero, de todos modos, aunque haya involuntarias ausencias, hay que agradecer este regreso del libro de toros a los escaparates, tras unos años apagados. Regreso llamativo en número y, sobre todo, en calidad. Lo cual obliga nuevamente a reflexionar sobre la compleja relación entre el mundo de la cultura y la tauromaquia. Antes se pensaba que la fiesta de toros alimentaba a cierta literatura, quizás se ha llegado a una situación distinta: ahora es la producción literaria y artística la que estimula y alimenta a una fiesta en parte decaída.

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