El Covirán Granada, que en la segunda jornada dejó escapar el triunfo en la cancha del Huesca por deméritos propios, no podía y no debía fallar en su último compromiso ante el Marín en el Palacio de Deportes. El conjunto gallego, un recién ascendido, es sobre el papel uno de los más débiles de la categoría y los de Pablo Pin eran conscientes de que no se podían permitir el lujo de sufrir un traspié que, en realidad, hubiera sido todo un pinchazo. La realidad es que no hubo ni un resquicio a la sorpresa.
El equipo nazarí salió concentrado a solventar el encuentro y salvo algún ‘problemilla’ en el primer cuarto, doblegó con autoridad a sus rivales.
Los nuevos
La segunda presencia liguera del Covirán en su cancha permitió comprobar de nuevo el nivel de adaptación de los dos caras nuevas del conjunto granadino.
Por un lado, está el estadounidense Earl Watson, que en los minutos que está en pista demuestra que su fichaje ha sido un acierto. Rebotea con autoridad, intimida en la pintura y es letal en las inmediaciones del aro.
Por otro, está el canadiense Diego Kapelan, que volvió a poner de manifiesto su disposición a ser una amenaza para los rivales desde la media y larga distancia. Le falta ajustar el punto de mira. Ante el Marín no se le encogió la mano en ningún momento, pero le faltó enchufar algún lanzamiento más. Debe ser cuestión de tiempo.
No se puede fallar
Este viernes el Covirán visita la cancha del Real Canoe, otro rival al que, sobre el papel, hay que ganar sí o sí.
Si lo jugadores saltan a la pista con la concentración que les exige Pin no deben tener excesivos problemas para ganar en la cancha de un equipo que, al igual que Marín, aún no conoce la victoria. Por tanto, no se debe fallar porque así se afrontará mejor los cuatro próximos compromisos, que son ante rivales de mucho más nivel.
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