Fútbol · Liga BBVA

Las manías no conducen a nada (1-3)

  • La insistencia en empezar a jugar desde la propia portería le cuesta dos goles y la derrota al Granada Desconexión total del frente de ataque durante la primera parte Debut con buenas impresiones de Thievy

Quizás un resultado de 1-3 contra el Villarreal en casa al aficionado le decepcione mucho. Villarreal, por nombre, indica equipo de una Liga más del Granada, de modestia y de permanencia. Pero no. El conjunto amarillo está varios peldaños por encima del rojiblanco como club y como plantilla. Estos miran hacia Europa, y no la League, sino la Champions. Es otra dimensión que se comprobó con los cambios: cualquiera del banquillo villarrealense sería titular en el once granadino. Con lo cual, caer ante los levantinos, incluso por ese marcador tan abultado, forma parte del proceso. Y tampoco es para empezar a cavar una tumba para el Granada, que cimentó su derrota en dos errores de párvulos e infantiles, y que hasta entonces había logrado contener bien a un verdadero equipazo. Ahora, que tampoco todo es bonito. Sandoval tiene mucho donde elegir y de sobra para jugar de muchas formas distintas. Hace falta que se aclare para que el Granada sea más fiable.

Al igual que el 1-3 del debut contra el Eibar fue totalmente merecido, e incluso debió ser peor, el 1-3 de ayer rozó la injusticia. Cierto es que el Granada no jugó bien en muchas fases del partido, sobre todo de medio campo en adelante. También es verdad que el Villarreal dominó el encuentro durante muchos minutos. Pero lo que nadie puede negar es que los rojiblancos también fueron jefes del juego durante muchos momentos, y que merecieron mejor suerte. Pero ahí entra la diferencia de plantilla. El Villarreal te castiga en cuanto puede. Al Granada le cuesta más.

 

El partido estuvo indefectiblemente marcado por dos acciones calcadas en apenas dos minutos. Dos errores de bulto, casi de alevines, probablemente impropios de un equipo de Primera División. Sandoval quiere a un Granada atrevido, que presione adelante, y que salga con la pelota jugada desde atrás. Y en esto último, el equipo tiene un problemón. Lo adivinó en la primera jornada el Eibar y ayer, aunque tardó, pero Marcelino también se coscó: había que cortar todas las líneas de pase del Granada cuando a Andrés Fernández le llegaba el balón. Y así pasó en el 0-1 y en el 0-2. En el primero recibió la pelota en una acción aislada pero no encontró a ningún compañero que se le ofreciera en condiciones. Sólo vio amarillos. Escogió el pase a nadie de los suyos y encontró a Manu Trigueros que, agradecido, desenvolvió el regalo con un petardazo de diestra que se coló junto al palo derecho. ¿Los defensas? Abiertísimos y tapadísimos. ¿Los medios? En su sitio: el medio. Eso pasó en el 48'. Pero es que dos minutos después, ocurrió exactamente lo mismo. No sirvió para nada la lección del primer gol. Esta vez Andrés sacó de portería hacia un Lombán casi en el banderín propio, el asturiano se la dio apuradísimo a un Biraghi en peor situación, que la perdió ante Manu Trigueros, y este sólo tuvo que dársela al potente Bakambu para que marcara (50'). El Villarreal no había hecho tanto para llevar esa renta ni el Granada había estado tan mal para encajar ese 0-2. Pero esto es Primera, y ante un equipo con ese potencial no se puede regalar nada.

 

El 0-2 nada más iniciarse el segundo tiempo mató el trabajo que había hecho el Granada hasta el momento. La defensa había funcionado bien, liderada por un Lombán que amargó al peligroso Bakambu, y que coralmente hizo incurrir una y otra vez a Soldado y al francés en posición antirreglamentaria. Los de Marcelino se acercaban pero no tenían la llave del gol. No sabían cómo generar peligro de tres cuartos en adelante. Parecía que el partido lo tenía bien amarrado el Granada en ese aspecto, muy trabajado durante la semana de entrenamientos, dicho sea de paso.

 

Pero lo que no salió con respecto a lo ensayado días atrás fue el ataque. El equipo granadinista echó de menos a su frente ofensivo. Decepcionante fue el papel de un Success que lo probó de muchas formas pero que no lograba despegar a Jaume Costa de su marca. El nigeriano tampoco conectó con un El Arabi al que no le llegaban balones claros para rematar, y que se vio perjudicado cuando el balón no pasaba por el centro del campo. La conexión no carburó, entre otros factores, porque en el planteamiento inicial de Sandoval, Javi Márquez no la olió como media punta y Rochina estuvo desaparecido junto a la línea de cal. Quizás esa pérdida de fluidez tuviera que ver mucho la lesión de Rubén Pérez, quien a los veinte minutos fue sustituido por un Fran Rico que debutaba esta temporada, pero que realmente no entró en juego hasta mediada la segunda parte.

 

Fue cuando el gallego recogió el mando del equipo, cuando el equipo soñó con la remontada. Y también con la entrada de Thievy. Tardó Sandoval en mover ficha después de los dos goles visitantes, pero cuando lo hizo se demostró que el Granada puede crearles muchos problemas a todos los equipos, incluido este Villarreal. Liberado Fran de otras labores gracias a un Krhin espectacular en todas las ayudas defensivas, el equipo cambió. Sumado al desborde del congoleño, y también de Rober Ibáñez, Success no se sintió tan sólo y El Arabi tuvo mejores opciones de remate. Una escapada del nigeriano acabó con un mal despeje de Bailly y Fran rematando a bocajarro el 1-2.

 

Los Cármenes se lo creyó y la igualada estuvo cerca de llegar pero Krhin, en posición forzada pero a puerta vacía, mandó alto lo que pudo ser el empate. Con el equipo local roto, en una contra mató el choque Samu García previo tiro al poste de Denis Suárez.

 

Lo que parece que ya es una maldición es la de la afición del Granada. Dos partidos en casa y dos derrotas. Con el bagaje acumulado del año pasado, normal que la gente no quiera acudir al campo. Habrá que ver qué pasa en los próximos ante la Real y el Deportivo.

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