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De los nervios y la tensión a dominar gracias a la paciencia

  • El cuadro de José González no se desespera tras el gol del empate

El que estuvo ayer en el estadio Ramón Sánchez Pizjuán pudo comprobar la diferencia que existe entre un equipo que no se juega nada y está relajado, y aquel que necesita imperiosamente ganar para seguir vivo. Concretando, se podría decir que la tensión en cada bando era muy distinta, pero esa presión hubo momentos en los que no se supo gestionar y casi cuesta la permanencia. La suerte volvió a sonreír a los rojiblancos con el calendario al igual que año pasado. En esta ocasión no bastaba con empatar, había que ganar y en uno de los campos más difíciles de la Liga. Pero enfrente el Sevilla no era el que el pasado jueves pasó a la final de la Europa League. Y menos mal. Porque si se llega a jugar algo la historia seguramente habría sido muy distinta y el final también.

NERVIOSOS

Los de José González salieron a verlas venir en el Pizjuán. Si algo ha demostrado su equipo desde que el gaditano se hizo cargo del banquillo es la paciencia y no desesperarse pese a lo que se ha estado jugando en las últimas jornadas. Y buena prueba de ello fue el duelo de ayer. Por momentos parecía que el choque no era vital. Se quiso tener la posesión ante un cuadro local renovado por completo que apenas apretaba pero no se enlazaban dos pases seguidos, demasiados temerosos ante una posible contra sevillista que pudiera comenzar a decantar el encuentro. Y estas llegaron en las botas de Juan Muñoz, que tuvo tres acciones claras para abrir el marcador.

A PEÑARANDA

Ni a Doucouré ni a Rubén Pérez se les veía cómodos en el partido y eso afectaba a Rubén Rochina, que fue de menos a más de nuevo partiendo de banda. El único recurso eran los envíos en largo hacia Peñaranda y El Arabi. El primero al espacio aprovechando la zancada que posee pero ha bajado mucho sus prestaciones en la fase decisiva de la temporada, más pendiente de exhibirse individualmente que de pensar en el colectivo. Quizá cree que ya lo ha hecho todo en el fútbol pero solo ha hecho más que empezar. Una actitud que también demostró en la zona mixta. Cosas de niños.

EL ARABI

Peñaranda debería aprender de El Arabi. El marroquí, autor de dieciséis tantos ya, fue todo lo contrario. Se fajó en todo momento, bajó innumerables pelotazos haciéndolos buenos, pero además presionó, marcó el tanto de la tranquilidad y volvió a ser el hombre gol que tanto necesita un equipo del nivel del Granada CF. Actitud encomiable y encima goleador. Poco se le puede pedir a un delantero.

TRANQUILIDAD

Pero la fiesta comenzó con el tanto de Isaac Cuenca justo antes del descanso. Un robo en la medular y una contra muy bien llevada por Doucouré terminó con un pase de El Arabi a Cuenca que tuvo la calma suficiente para marcar. Llegar a vestuarios por delante en el marcador era la situación idónea pero había que concretar la permanencia en el segundo acto.

A VERLAS VENIR

Con 0-1 era el momento de jugar como más ha demostrado que le gusta jugar a José: a la contra. Lo normal, pese a que el Sevilla FC no se jugaba nada, era que los locales se fueran en busca del empate simplemente por vergüenza torera aunque sin hacer mucho daño. Y ahí comenzó a aparecer el factor más determinante de los rojiblancos: Rubén Rochina. El de Sagunto quiso la pelota, movió desde la derecha a su equipo, buscó envíos en largo y condujo contras aunque ninguna se aprovechó. Pero ya había aparecido.

UN EX DEL 'B'

Todo pudo cambiar con el tanto de Diego González en un clamoroso error a balón parado. Uno más. Un jugador solo al borde del área es imperdonable en un conjunto de la máxima categoría del fútbol español. Pero allí estaba Escudero, solo, para rematar sin nadie que le molestara tocando un ex del Granada B la pasada temporada para casi apuntillar a su ex equipo.

REACCIÓN

José tenía preparado antes del gol el cambio de Fran Rico por Peñaranda pero el tanto anotado le hizo cambiar sus planes. Dio entrada a Fran Rico por Rubén Pérez aunque la idea era quitar al venezolano y situar a Doucouré por delante de la pareja de medios centros. Pero no fue así. Y a ello se le unió la lesión de Biraghi dando entrada a Lombán en el lateral derecho y mandando a Miguel Lopes al izquierdo. Desde allí, el portugués dio mucha profundidad, algo que se hacía necesario para tener dos contra uno en banda. La movilidad de Cuenca hacía mucho daño a la zaga local. Ello y la cabeza de Babin hicieron lo demás para dejar encarrilada una permanencia que finiquitó El Arabi en su especialidad y Cuenca. El resto ya se conoce. Una página más en la basta historia rojiblanca.

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