Mar Suárez Redondo. Psicóloga experta en trastornos de la conducta alimentaria

"Las redes sociales son un potente factor de riesgo para trastornos alimentarios"

Mar Suárez Redondo.

Mar Suárez Redondo. / D. S.

El poder de la coterapia. Mar Suárez Redondo es psicóloga, responsable del Grupo de Psicología y Nutrición de la delegación de Sevilla del Colegio de Psicología de Andalucía Occidental, experta en trastornos de conducta alimentaria y defensora de la coterapia entre profesionales y familia en el abordaje de dicho problema de salud. En su último libro Imagen corporal en la familia, la especialista pone al alcance de familiares y profesionales implicados en el tratamiento de estos trastornos toda una guía con recursos y herramientas protectoras para construir una imagen corporal positiva que redunde en aspectos como la autoestima sana de menores y adolescentes y la prevención.

- Según los datos, los trastornos de la conducta alimentaria siguen creciendo. ¿Hay un perfil de población en el que lo haga más que en otros?

- Son trastornos que cada vez afectan a un volumen mayor de población. Sobre todo, en chicas jóvenes y adolescentes, pero, es verdad que estamos asistiendo a un proceso en el que cada vez se va ampliando más el rango de edad, desde los 13 años, hasta, incluso, los 40 ó 50. Igualmente, aunque es un trastorno que aparece principalmente en mujeres, también estamos viendo cada vez a más hombres. Es algo que estamos observando, sobre todo, a raíz del confinamiento durante la pandemia del Covid.

- ¿A qué se debe?

- Los factores que intervienen en su incidencia son múltiples, pero es verdad que la presión de la sociedad y la influencia de las redes sociales son muy importante y tienen mucho peso hoy en día en estas patologías.

- ¿Hasta qué punto?

- Las redes sociales son una herramienta muy potente y que podrían ayudar, pero, al final, se convierten en un potente factor de riesgo para trastornos alimentarios porque lo que se muestra actúa, en la mayoría de las ocasiones, como influencias negativas porque lo que hacen es reflejar una realidad que, en la mayor parte de los casos, se siente como contraria a lo que le pasa a uno mismo. Es decir, en las redes sociales se muestra en mayor medida lo bonito y, en menor, lo malo. Todo eso desemboca en hacer sentir al que está al otro lado una presión por querer alcanzar unas expectativas que no son reales y eso nos lleva a acabar persiguiendo una idea de algo que nos lleva a sentirnos mal y acabar, incluso, en patologías.

- ¿El aumento de los casos es nuevo o sostenido en el tiempo?

- Podemos decir que va en aumento año tras año. Sí es verdad que desde el confinamiento ha habido un repunte. En este punto, me gustaría señalar que, posiblemente, hay muchos más casos de los que llegan a consulta porque hay muchos tipos de trastornos que no se reconocen como tales y que las personas lo viven dentro de su normalidad, como pueden ser los atracones, por ejemplo. Al estar normalizado no lleva a la persona a ver la necesidad de pedir ayuda. Al mismo tiempo, también veo que hay más gente que pide ayuda.

- Habla de un rango de edad de entre los 13 y los 40 ó 50, pero algunos expertos advierten de estos trastornos en edades cada vez más tempranas. ¿Lo ha detectado?

- En consulta empezamos a verlos en torno a esa edad, pero, generalmente, una persona puede empezar a sentirse mal con su propio cuerpo desde mucho antes. Desde ahí hasta que llegan a consulta pasa un tiempo. Los doce o trece años es la edad a la que se suele detectar en casa o a la que se empiezan a potenciar las relaciones sociales, que es cuando todo se aumenta.

- En su libro Imagen corporal en la familia hace una clara alusión al papel de los familiares durante el tratamiento. ¿Cómo actúa? 

- La familia es coterapeuta. Es decir, es un apoyo fundamental para el tratamiento porque es la vía que tenemos para poder asegurar que se sigan las pautas en casa. Es muy importante que tanto profesionales como familiares construyamos en la misma dirección.

- ¿Y la sociedad en general? ¿Qué debería hacer para frenar el aumento de estos trastornos?

- Es una pregunta cuya respuesta se me hace muy complicada porque creo que debería de darse un cambio global. Pero por dar algunas notas básicas, creo que es fundamental dejar de presionar respecto a los cuerpos, erradicar la gordofobia. En general, son muchos cambios de situaciones que, como sociedad, necesitan tiempo y es un proceso complejo. Pero también creo que dentro de esos grandes cambios podemos ir haciendo pequeñitas cosas que vayan sumando y haciendo minúsculos cambios en el clima en el que vivimos. Pero, insisto, la presión hacia el cuerpo es para mí lo más importante. Que se respeten todos los cuerpos y eliminar comentarios que hacen muchísimo daño.

- ¿Cómo pueden detectar las familias y el entorno que una persona podría estar desarrollando un trastorno de la conducta alimentaria?

- Los indicadores pueden ser cambios sutiles que empiezan a aparecer como una mayor preocupación por la alimentación, por el cuerpo, con la actividad física, cambios en los estados de ánimo como una mayor irritabilidad o enfados, tristeza, ansiedad, incluso, el dejar de salir o relacionarse menos. Al principio podemos detectar cambios que pueden parecer positivos, como el empezar a cuidarse, pero que puede ser un indicio de esa obsesión por conseguir ese cuerpo idealizado que puede desencadenar en problemas en la conducta alimentaria. 

- ¿Qué papel juegan los cánones de belleza?

- Es una situación que ha ido evolucionando. De hecho, hemos vivido épocas en las que los cuerpos más voluminosos eran los aceptados como símbolo de poder, de reconocimiento y de sexualidad femenina. El concepto de belleza va un poco en función de toda la industria que hay detrás y de los intereses económicos y las campañas que respaldan el cuerpo normativo en cada momento. Ahora estamos en una sociedad en la que hay un superávit de alimentos donde se exige un control respecto a la alimentación y el estilo de vida saludable y eso nos empuja a otro tipo de cuerpo más estilizados que es el que se proyecta como el ideal.

- En el apartado psicológico. ¿Existe un perfil de persona más proclive a desarrollar un trastorno de la conducta alimentaria?

- Podemos hablar de un perfil de personalidad muy exigente. También a nivel educativo puede influir qué educación hemos recibido respecto al cuerpo y la alimentación. Por otro lado, hay personas que son vulnerables por tener otras patologías psicológicas, trastornos comórbidos con los trastornos alimentarios, personas con ansiedad, con depresión o con tendencia a las obsesiones.

- ¿Qué puede llevar a una persona adulta a desarrollar este tipo de trastorno?

- Muchas veces, cuando te llega alguien con ese trastorno a los 40 años, por ejemplo, te das cuenta cuando haces un análisis de la historia de su vida que ese trastorno ha estado presente desde mucho antes, pero que ha sido en ese momento cuando ha empezado a verlo como algo disfuncional o algo que resta calidad a su vida y, por eso, decide consultarlo. Por otro lado, no hay que olvidar que la presión social es tan fuerte que hace que también sean vulnerables estos perfiles.

El libro está enfocado tanto a familias como a profesionales de psicología. Es una guía para dar apoyo a las familias y a los profesionales para acompañar a los hijos en el proceso y también como prevención para reforzar la autoestima de los hijos y aunque tenemos esa sociedad que presiona, la familia puede proteger y ser ese brazo fuerte donde sostenerse. Se puede adquirir en plataformas digitales, en pagina web de la editorial o directamente a ella en su pagina web.

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